29 agosto 2010

Encanto Maldito

El Santiago en 100 Palabras ya tiene a sus finalistas y prefirieron no contar con mi astucia así que ahí les va uno de los cuentos con los que participé...

Encanto Maldito

Cada vez que Manuela pretende terminar de leer el libro de Cortázar aparece en el vagón Roberto.
La concentración se le va hacia él y queda en eterno suspenso la página doscientos doce. Pero Roberto si que puede leer libros (cada semana uno distinto) sin problemas comprensivos.
A Manuela le da rabia que el encanto maldito de Roberto le robe la atención, mientras que ella para él es una transeúnte más.
Y siempre sigue Cortázar en la página doscientos once.
Doscientos once y dos quintos.
Doscientos once y tres cuartos.
Doscientos once y Roberto que subirá en la siguiente estación.

17 agosto 2010

El Loco Reboratti

Miranda nunca supo en que momento Reboratti se había vuelto loco.
"Antes no era así, chiquillas. Era tan piola. Un niño lindo, pintoresco, con un libro en sus manos y audífonos en sus orejas. De pocos amigos eso sí, pero era muy popular entre las mujeres. A ellas les gustaba su estilo: mezcla entre hippie y músico", les decía la Miri a sus amigas.
Ahí lo conoció Miranda, en su mejor momento. Solía secuestrar toda su atención y de ahí no se la devolvía hasta que se le perdiera de vista.
Le gustaba verlo leer. Aunque más que eso le gustaba su perfil inclinado hacia las hojas y el aire de apacibilidad que lo envolvía.

Cuando estoy solo, no debo demostrarle nada a nadie. No debo ser inteligente. El desapego da libertad.

Nunca supo en que momento tuvo la maldita idea de hablarle, no pensó en ninguna forma que se podría coartar una de las historias más lindas que había creado en su cabeza.

Mi cuerpo quedó con otra persona adentro y ese otro personaje no reconocía a nadie, no tenía nombre, no sabía nada de mí. No tocaba guitarra y hablaba distinto.

Reboratti asesinó con placer cada una de las ideas que Miranda se había armado de él y disfrutaba estos crímenes acostado leyendo a Charles Dickens. Pero muy a su pesar la Miri no podía dejar de prestarle un poco de su atención. Algo de él siempre le atraía.

Entrenamiento autógeno; una forma de meditación y autohipnosis.

Luego de dos años de conversaciones extraviadas de la realidad con Miranda y mientras se confundía de personalidad con Ebenezer Scrooge, Reboratti pensó en ella y aunque no le atraía ni un carajo se dio cuenta que a fin de cuentas era la única que le prestaba atención cuando la ansiedad no la paraba ni con pastillas.

Voy a tocar en un Club Nocturno, Miranda, si quieres vas.


Pero para entonces, la Miri, ya había pasado a otro ciclo. Siempre miró con mucho miedo a Reboratti (Los delirios constantes le hacían tenerle más que respeto) pero ahora el enfoque era distinto. Pasó del amor a la curiosidad y veía como en su película el protagonista de antes ahora perdía su libreto.

Tan loco no estoy, Miranda. El psiquiatra me dio el alta la semana pasada y yo le creí.

15 agosto 2010

Margot Jeurdan

- Ey! Ey! Es tu turno. ¡Pásame tu libro!
- Ay, sí. Perdón. Es que usted tiene una sonrisa abrumadora. Estaba un poco concentrado en ella.
- Pura pantalla mi sonrisa. ¿Cuál es tu nombre?
- Simón Alesh.

- "Para Simón Alesh , de Margot Jeurdan". ¿Así que te gusta como escribo, Simón?
- Creo que más de lo que debiera ser.

- Me parece entonces que nos vamos a llevar muy bien.

Margot Jeurdan tenía la sonrisa fácil, pero detrás de la expresión con la que mostraba sin esfuerzo hasta la segunda muela, solía tender al fatalismo. Si no ocupaba rápido su cabeza, se hundía rápidamente en densas aguas de fatalidad, de las cuales nadie podía sacarla a excepción de Simón, su amigo musical, que una asistente de Margot solía contactar: “La señorita Jeurdan dice que venga a su casa lo más rápido que pueda”. Simón llegaba, se sentaba frente al piano de Margot y empezaba a tocar la última melodía que había aprendido en el conservatorio.

- Cuéntame, Jeurdan,..
- La pena me atrapa, querido Simón.
- Eso lo sé, pero ¿qué te ha pasado esta vez?
- Encontraron nefasto mi último ensayo. Le dediqué muchas horas y trataba de inspirarme con el disco que me regalaste de Chet Baker… Nadie lo comprendió.
Y así pasaban los minutos, hasta que de un momento a otro Simón se marchaba.
- Buena suerte, Jeurdan. Y el consejo de siempre: deberías deprimirte por cosas menos frívolas.

Siempre el consejo era el mismo, aunque la última vez, de tantas veces, realmente le clickeó en la cabeza. Se sentía en la zona limítrofe antes de llegar a la región del entendimiento, pero algo pasó: ya eran tantas las melodías que le había escuchado a Simón y era tanta la ensoñación que la rodeaba cada vez que estaba con él que ya no sabía si ahora caía en el fatalismo porque su vida profesional era mellada por algunas malas críticas o sólo para que el músico se sentara a su lado, a mover esos dedos largos y delgados de pianista nato.

De pronto los llamados de carácter urgente por parte de la señorita Jeurdan comenzaron a crecer en frecuencia en el celular de Simón.
Que la falta de inspiración, que las malas críticas, que la falta de concurrencia a las conferencias…Excusas no faltaban y volvían a transcurrir los segundos, una y otra vez con el pianito de fondo.

- ¿Por qué te vas tan temprano, Simón?
- Siempre me voy a la misma hora, Jeurdan.
- Es que hoy tengo más pena que lo habitual.
- Está bien, pero la última pieza.
- Y ¿qué vas a hacer ahora, Simón?
- Me voy a juntar con Celeste.
- ¿La tontita que juega a bailar en los teatruchos provincianos?
- Tengo planes con ella, ¿sabes? Quiere que nos casemos el próximo año.
- ¿Y ella sabe que me acompañas cada vez que te lo pido? ¿que despilfarras tu poco tiempo libre tocándome el pianito? ¿que me regalas discos sin parar?
- Tú eres mi amor platónico, Margot, pero ella es mi amor real. De vuelos constantes en el cielo no es la vida y si empiezas con que estás encaprichada conmigo no piso más tu casa. ¿Ves que puedo confundirme y enamorarme de un pequeño monstruo?

Margot volvió a sumergirse en su fatalismo cotidiano, esta vez con una excusa bastante razonable pero ya no vendrían a tocarle músicas de consuelo. Simón nunca más tocaría el pianito de la casa de Jeurdan.

18 julio 2010

La Negrita de Clemente

Clemente interpreta a un secundario erudito en un rincón del patio del colegio, con el fin de advertir de reojo cada movimiento de la Negra. Su Negrita. La Negrita de su corazón.

La Negra, linda y fatal, camina ligero meneando sus caderas hacia el kiosko donde la fila de espinilludos adolescentes dispuestos a financiarla con la Tía Rosa es innumerable.
Gracias, Pedro. Muchas Gracias, Gómez. Muy lindo, Alvaro.
Clemente actúa que es feliz, que no muere de celos, mientras Su Negrita regala besos, saludos y sonrisas a todos, incluso a él, de vez en cuando y de cuando en vez.

03 julio 2010

Por enésima vez.

Por enésima vez Ernesto dejaba plantada a Isabel.
Isabel había dicho claramente que si esta vez no llegaba mejor que olvidara lo de ellos. Y ¿Qué era lo de ellos?
Isabel no era rubia ni de ojos claros, pero tenía una mirada intensa que lo hacía dudar eternamente entre amarla o temerle.
“Un día de estos no te buscaré más”, solía decirle Isabel, ante lo cual Ernesto no sabía si entristecerse o saltar de felicidad.
Desconocía lo que le producía en el corazón Isabel. Cuando la miraba de lejos moría de amor. Cuando la miraba de cerca moría…pero de miedo.

27 mayo 2010

Maldito Prefijo Negativo

- Fernando, la vitalidad de esa muela es insalvable. Se va a endodoncia seguro si es que no quieres perder la pieza.
- ¿Endodoncia?
- Tratamiento de conductos, querido. Habla con la secretaria para ver cuanto te sale y programen la fecha de la próxima sesión.

Desde hace una semana que le dolía la muela, y a pesar de que durante el día ni se acordaba de ella, era por las noches (en el momento preciso en que se disponía a descifrar a Borges) cuando empezaban las palpitaciones, como si la muela tuviera un pequeño corazón. Trataba de aplacar el dolor con analgésicos y antibióticos automedicados pero la cosa era grave, y él lo tenía claro.
La vitalidad de esa muela es insalvable”, había dicho la doctora, y la palabra “Insalvable” le daba vueltas incesantemente.
Insalvable….
Años atrás fue su padre. Después su pololeo con Rosario y ahora su muela. “Insalvable” era una palabra que estaba bien presente en su vida.
Lo de su padre fue la diabetes poco o nada controlada. Lo de Rosario una infidelidad confesada por él mismo y lo de la muela el horror al dentista. “Insalvable”….retumbaba la palabra en su cabeza, porque recordó esa noche fría en la mutual, cuando ante una grave crisis hipertensiva de su padre, derivada de su diabetes sin control, el medico internista le dijo que éste entraba en un estado insalvable.
Insalvable…seguía dándole vueltas. Recordó cuando se fue a Valparaíso a hacer su post grado junto a su bien dotada compañera de facultad Julieta, quien luego de tres años de intenso despliegue de sus grandes dones más la importante pincelada de decadencia que le daba el tiempo a lo suyo con Rosario, logró lo que Fernando creía prácticamente imposible: Doblegarlo a sus pies una noche en el puerto. Mitad Encanto, mitad alcohol en la sangre. No pudo con la culpa y confesó su crimen a Rosario. Ésta lo finiquitó sin esperar un segundo: “Con esto nuestra relación es insalvable, Fernando” No logró hallar la interlocución correcta y Rosario se fue con una de sus curiosas carteras en el brazo y él, sin poder emitir sonido alguno.
Insalvable….daba y daba vueltas. Recordó su última ida al dentista hace una década obligado por su madre: “Diagnóstico para la pieza 1.6: Caries profunda. Es necesario que la trates enseguida, si no, puede que llegues a perder ese diente”, le dijo en esa oportunidad la doctora. Diez años después el vaticinio comenzaba a cumplirse.
Insalvable… Su padre no resucitaría. Rosario no volvería con él, y su muela estaba muerta.
“Insalvable, ¡Palabra maldita!”

18 abril 2010

April In Talca


El nombre de la canción es April in Paris. Y aunque si bien es Abril, la verdad es que estamos lejos de Paris. Muy, muy, lejos, y aunque halla una famosa frase popular que entrelaza Talca y Paris, la verdad es que nos distancia un abismo de tamaño mundial, que incluye océanos, desarrollo, luces y historia.

Desde este rincón al fin del mundo no exportamos tanta historia. Nuestra historia la borran las placas tectónicas, que en su afán de comodidad pueden transformar cualquier obra maestra en un tumulto de escombros que aparte de dejarnos sin escenografía y ensuciar, desorienta a esos transeúntes que por más que lleven arraigándose por más de dos décadas en la ciudad, sólo son capaces de recordar las calles por las estructuras que le daban forma.

Casi dos meses atrás aún existía un balconcito, lleno de encantos y misterios, situado en uno de los caserones de la calle Diagonal, a partir del cual hace más de media década, junto a un ex amor y sentados al frente de este balcón, inventamos un cuento con una trama que aún recuerdo con harta nostalgia.
Los años que siguieron transformaron el balconcito en la bodega de vinos de un restaurante, frente al cual, ya soltera y con harto menos frenetismo que en aquellos tiempos, solía sentarme, en el mismo lugar de antaño, mirando el balconcito, recordando la historia, inventándole detalles (que a los 17 difícilmente podría haber creado) para darle más emoción a esa ficción.

Hoy por hoy, mi balconcito lleno de conspiraciones, romanticismo y besos, no es más que un terreno baldío concomitante a otro terreno baldío, que a su vez concomita con otro terreno baldío, y así, y así…

A ver si los recuerdos al menos no me los arrebata un día el señor Mercalli.

31 marzo 2010

Entre Páginas


El libro de segunda mano que compré de Jorge Luis Borges ayer por la mañana tenía escrito en su primera página un nombre, con letras grandes y manuscritas: “Octavio Rojas Encina”. Antes de siquiera hojearlo, repetí el nombre en mi mente para quizás inconcientemente registrarlo en mi disco duro de pocos megabits. No avancé ni veinte páginas cuando me asaltó una gran duda: ¿Quién sería ese Octavio? ¿Sería Don Octavio? ¿Sería un adolescente despreocupado que vende sus libros para quién sabe qué? ¿Qué probabilidades hay que un adolescente se llame Octavio? Las preguntas me asediaban en desmedida así que al poco rato se me ocurrió tipear OCTAVIO ROJAS ENCINA en Google Search (que fuerte eso de que podamos encontrar pistas o detalles de cualquier persona gracias a este buscador) Varios resultados, pero sólo el primero me bastó para elucidar al hombre incógnito: “Octavio Rojas Encina, Talca. Director Preuniversitario Pedro de Valdivia” Se me prendió la ampolleta de inmediato y recordé la voz grave de un profesor de castellano que con el fin (quiero creer) de que algún adolescente de la manada que lo oía quedara en la universidad nos hablaba de los actos del habla, las modalizaciones discursivas, los tipos de textos y blablablases. El famoso Octavio R. E. fue un particular docente de lenguaje que durante ocho meses me hacía pensar que estaba escuchando un misterioso programa de radio vía amplitud modulada. ¡Qué extraña es la vida! ¡Qué maneras tan raras tiene para enmarañar caminos! Un libro que antes estaba en su biblioteca y por el cual pagó una suma considerable, ahora está en mi mini biblioteca y con un ochenta porciento de descuento.
Estaba pensando qué hago si me lo topo algún día. Tal vez le devuelva su libro. Creo que no lo quiso perder. El estado en el que se encuentra y el haber inscrito los sustantivos propios con tanta suntuosidad en la hoja inaugural me hace pensar que hubo una razón bastante poderosa para tener que desvincularse de el. He pasado ya bastantes horas elucubrando razones de tal divorcio, pero la verdad es que después del terremoto me cuesta aún más que antes armar ideas. Quizás ni el mismo Sherlock podría unir los eslabones y ni el mismo Borges poder escribirlos.
Una vez que lo termine de leer se lo devuelvo. Para mí las coincidencias no existen. En la página número cien, al comienzo del cuento “El jardín de senderos que se bifurcan” hay una firma. Quizás sea del mismo Borges….

22 marzo 2010

En el Teatro de La Esquina


Miró su reloj: “Las ocho pe eme”. Dejó de estudiar para la prueba del día siguiente y se puso en dirección al teatro. Tenía agendado un concierto allí, el grupo de Martín tocaría sus blues. Hacía un mes que había comprado la entrada, sin saber si era por masoquismo, por amor, sin saber por qué.
Las butacas estaban lo suficientemente vacías como para poder elegir la que se le viniera en gana. Faltaban 15 minutos para que comenzara a sonar la música, entonces optó por observar al respetable poco público que se encontraba disperso por todos lados. En eso vio a lo lejos a un ex - ex, que atoraba de besos a la desafortunada actual. Se hizo la desentendida y un chiquillo de particulares bigotes se sentó a su lado.
- ¿No está ocupado, cierto?- le preguntó.
- No. Para nada- respondió sonriendo Violeta.
“…Con ustedes: Martín Cassaretto Trío” se escuchó con una voz grave por los parlantes. Se apagaron las luces generales. Se prendieron las de la escena musical.
De ahí en adelante era ella y el escenario. Luego ella y la banda. Después ella y la música, decantando todo en ella y Martín. “¡Maldición! No puedo volver a enamorarme de Martín, mejor me voy!”- pensó.
- Disculpe me podría dar permiso.
- ¿Se va?- preguntó el tipo de los particulares bigotes.
- Sí.
- Pero está lloviendo muy fuerte.
- Los colectivos pasan cerca…
- Yo ando en auto. Si quiere podría ir a dejarla a su casa.
- No, gracias, no se preocupe, no es la primera vez que ando sola mientras llueve.

Se marchó, con una sutil complacencia producto de la preocupación que había despertado en el de los particulares bigotes. Paró la lluvia e instantáneamente ya no quiso seguir con sus planes. Martín no la volvería a abrumar, así que se le ocurrió devolver sus pasos al teatro, en una de esas el concierto aún no terminaba o mejor aún podría encontrarse con el tipo de los particulares bigotes. “Ni siquiera le pregunté como se llamaba, y tan amable que fue conmigo” Apuró sus pasos. El concierto había terminado y la gente estaba saliendo. Empezó a buscar al tipo de los bigotes, con un desespero que no sabía de dónde le nacía. Lo encontró, ni más ni menos que conversando con los integrantes de la banda. Lo miró y esperó a que algo la impulsara a dirigirle la palabra. Una especie de señal clarividente que le diera la venia, pero no fue necesario. El de los bigotes se anticipo y percatándose que era objeto de observación se volteó y la vio. Le sonrío con extrañeza.
- ¿Y tu no te habías ido?- le preguntó.
- Es que paró la lluvia y pensé que sería una estupidez desperdiciar una cita previamente planificada con el teatro.
- Pero llegaste tarde, acabó todo. Aunque te podría ayudar a darle trama a tu regreso.
- ¿En serio? Y ¿cómo?- respondió dudosa, Violeta.
- Te invito a escuchar música. Conozco a los chicos de la banda, somos compañeros de universidad, y van a tocar en el barcito nuevo, que se instaló dos cuadras más abajo- Hizo una pausa y prosiguió- Me llamo Cristián y ¿tu?
- Me llamo Violeta, y me da mucho gusto conocerte.
- El gusto es mío.

16 marzo 2010

Una escafandrista escondida

Clarita tiene 46 años y su epilepsia la ha acompañado desde que nació. La genética arrasó en la familia y dejó a su hermano menor instalado hace décadas en un manicomio. Su epilepsia agresiva la tiene postrada en una silla de ruedas y en un entorno llamado Hogar del Buen Samaritano, en Molina (Región de Maule, recientemente terremotiada) Comparte techo con ancianas en un 90% con altos grado de locura. Muchas gritan, muchas lloran, muchas declaman poemas…

Nadie sabe quien suministra el aporte económico que permite que Clarita permanezca en el hogar. Es casi un secreto de estado, pero dice la leyenda que su destino es extraño. Una verdadera historia de reyes franceses del siglo XIV, que articula tramas de familias acaudaladas que no pudieron soportar que uno de sus integrantes tuviera estos niveles de deterioro cognitivo.

Clarita en ocasiones entona monólogos en un lenguaje demasiado pulcro y eleva la autoconversación a niveles, sin exagerar, que podrían ser académicos: “De mi familia sé lo suficientemente poco como para siquiera poder decir algo sobre ella”

Tiene una mirada intensa, de unos insondables ojos verdes. Su cabellera es profundamente oscura y su piel increíblemente pálida. Pendula sobre la locura y la lucidez, inclinándose mayormente sobre la primera (¿quien no lo haría?) Aunque sin importar el estado de su mente ella se dedica simplemente a observar, quizás hasta a analizar, ¿por qué no?, eso nadie lo sabrá nunca. Pero ahí está, sentada en su silla de ruedas, agudizando los ojos ante cada detalle, con esa mirada que si pronto no acompaña con una sutil sonrisa podría servir para spot publicitario de una película basada en algún libro de Stephen King. Las enfermeras cuchichean que es mejor ni hablarle después de un reciente ataque o durante su período femenino. Las personas que lo han hecho no han podido sobrevivir para contarlo. No, mentira. Lo cierto es que no hay forma de borrarles de la cabeza esa mirada tan inquietante y a la vez tan tétrica, que por la ocasión no tiene sonrisa atenuante como extra.
Y del amor, ¿qué hay? No hay vida sin amor. No hay historia que merezca la pena ser narrada sin amor y esta no es la excepción. Está Jorge, del pabellón de hombres, que un buen día, cuando por casualidad chocaron en el jardín, le pidió que fueran pololos. Clarita no se negó y comenzaron su romance. Mitad locura, mitad lucidez. Como ellos. Como su esencia. Conversaban poco, se miraban mucho. Así hasta que un día Jorge escapó. Después de eso los días fueron solitarios para Clarita, que se sumergió aún más en ese mutismo de sentidos. Pero una tardía mañana Jorge volvió, aunque con una pequeña salvedad: Ya no recordaba a Clarita (o “Clara” como él la llamaba)
Mientras tanto los días pasan, inflexibles. Ella duerme, se levanta, come algo y observa. Luego come, observa y se acuesta. Duerme, se levanta, come algo y observa. Luego come, observa y se acuesta… “Me parece que la última vez que María vino a este lugar no usaba lentes. Definitivamente nadie sabe como van a terminar las personas”
Sí Clarita, toda la razón.

13 marzo 2010

Terremotiada (Fragmento)

(…) es como si quisiera abstraerme de todo esto que inunda la televisión, el diario, la radio, todo. Quiero pensar que estos terremotos son como una de esas películas que uno va a ver al cine, y que mientras comemos cabritas, damos por sentado que son cosas que sólo pueden ocurrir armando montajes, guiones y música de John Williams.

Mis amigos libreros del mercado quien sabe donde estarán. El irresponsable y siempre inubicable tipo que estaba arreglando mi computador que tenía toda la música que había bajado el último trimestre ocupando las redes de la universidad vivía en un departamento inclinado en el cual pocos valientes quedan. Claramente él no.
Poco de lo que solía completarme la vida ha quedado en pie y aunque tenga la convicción de que pronto esta pesadilla se acabará, no puedo no codiciar con alevosía mis lugares comunes y lo cotidiano de mi andar.

En estos días mis oídos se han agudizado bastante y percibo las réplicas casi diez segundos antes que se peguen el coqueteo con la ONEMI. En mi casa hay como tres planes de emergencia en caso de que un insignificante remesón se convierta en el pronosticado terremoto de 7.2º Richter. Al final es un enredo total por que cada uno hace un plan distinto. Hay noches que duermo como sí me hubiese tomado un Alprazolam, pero otras sólo me dedico a pensar y a pensar… Una locura la vida estas semanas. El 11 del 03, mientras me afirmaba en un paradero por el temblorcito de 6.9º, pensaba si ya estaba en el límite que divide lo que logro soportar estoica de lo que me tendría que desmayar (…)

09 marzo 2010


A pesar de la latente amenaza científica de que otra vez el sismógrafo agarre papa como aquel histórico veintisiete de febrero recién pasado, he observado en estos días post terremoto, como los talquinos están tratando de seguir sus rutinas y se ríen de esta desgracia en los pocos lugares que quedaron habilitados para evadirnos de todo el polvo que nos envuelve. Ver a otros coterráneos con una sonrisa me da un golpe de coraje enorme, y tomo fuerza y ya no creo, si no que tengo la certeza de que esto pasará.
Pero tuve la pésima suerte de leer un post del bloguero más desahuciador en la historia de las críticas. Una mezcla de Fernando Villegas (sin tanto argumento) y Woody Allen (sin tanta maestría, por supuesto) Para que quede claro, hablo de un pesimista fatal. Por que no eran criticas al tardío accionar del gobierno, la negligencia del SHOA y la ONEMI, la falta de cultura sísmica, los saqueadores, los inescrupulosos especuladores…no. Este compadre estaba en contra hasta de la fe con la que cualquiera pudiera enfrentar estos eventos de la naturaleza.
No se trata de ser positivista-extremo-insoportable, pero estamos pasando por días en los que se necesita por último inventar la esperanza.Tantos compatriotas que se quedaron con poco más que la ropa que llevan puesta necesitan aferrarse de algo. Sinceramente me da lo mismo que bombardeen la televisión con teletones, aranedas, camiroagas, onnetos, si el circo sirve para construir viviendas de emergencia. Me da igual que un porcentaje considerable de miembros de Un Techo para Chile sean niños lindos ABC1 si igual parten a armar mediaguas a cualquier lugar del país. Criticar eso para mí ya no es encontrar que más criticar. Por suerte este mino como crítico tiene el mismo futuro que Tomás Mocciatti en concurso de simpatía, y nadie, salvo yo y un par de pelmazos más podrían haberle dado un poco de tribuna.

03 marzo 2010


Escribo en medio de fuertes réplicas, pero con una calma sólo responsable del tiempo, la luz y el agua (aunque aún no canto victoria) Ya han pasado varios días después de esa madrugada del veintisiete de febrero que aún me impregna y que al recordar puedo revivir esa sensación de solución de continuidad o de conclusión final que experimenté por primera vez en mi vida.
Nunca tuve, tengo ni tendré pasta de héroe por lo que el miedo ha paralizado muchas de mis acciones. De lo poco que puedo evocar de esa terrorífica madrugada, hay un hombre que pasados diez minutos del terremoto pasó por las calles, andando en bicicleta, linterna en mano gritando: ¿Todos estás bien? ¡Soy médico! En plena oscuridad y con peligro de que el movimiento telúrico aún no quisiera despedirse, un hombre venció sus aprensiones y salió a hacer algo por la ciudad. Se me cayeron varias lágrimas. Pensé en mi familia, en mis amigos, en cómo los abrazaría cuando los viera. Sabía que lo peor no sería el remezón de casi nueve grados en la escala de Richter, si no sus consecuencias.
Al amanecer mi augurio tomaría fuerza. Presencié a mi Talca (del cual caprichosamente años atrás me quejaba casi por hobbie) prácticamente en el suelo y sentí que de mis pies se desprendían raíces y supe, como señal divina, que es aquí donde debo estar. Me arrepentí de todas esas veces que me enojé con esta ciudad por su calor endemoniado, por su pasividad cultural, por su distribución segmentaria, por prácticamente todo lo que se me cruzaba por la cabeza, cuando ahora lo único que quiero es que renazca de nuevo, con sus calles, pintorescos lugares, costumbres y rutinas.
Hoy por hoy, me siento más de esta tierra que nunca.

“(…) Las cualidades del pueblo chileno son capaces, sin embargo, de resplandecer por encima de todas las dudas. El valor con el que combatieron la dictadura sólo es comparable al virtuosismo con el que la liquidaron. Su capacidad para conciliar razas, ideas y credos es un ejemplo y una garantía de su propio progreso. Saldrán fortalecidos de este desastre. Lo superarán con sus armas de siempre: su tenacidad y su modestia. Aunque los éxitos de los últimos años les han dado a los chilenos una mayor confianza en sí mismos, no les gusta presumir de sus propias virtudes y paganizan su orgullo nacional con el incomparable grito de ¡Viva Chile, mierda (…)!” (Antonio Caño, 3 de Marzo 2010, Diario El País, Barcelona)

23 febrero 2010

Una cosa que me gusta de las vacas es....


Casi me dio un vahído el enterarme de la nada que no es el 15 de marzo la fecha de comienzo de clases: Fascinante efemérides se adelantó para el 3 de marzo. Mientras aún creía que quedaban días para merodear por aquí y por allá, pensando, escribiendo, escuchando discos que aún no termino de escuchar y finalizar la novela que he tratado de descifrar por muchos días, la verdad es que se truncó todo. Hasta me quedaban unos pocos pesos que pensaba invertir en entretención pero quedan en nada mis proyectos.
Atrás queda el período del año en el que puedo decir lo que quiero, hacer lo que quiera, estar con la gente que quiero y trabajar de junior estival.

Trabajo de junior estival desde que mi papá se inició en las arduas arenas del comercio. Casi 10 veranos limpiando y armando vitrinas, haciendo colas en el banco, pagando patentes municipales, enviando encomiendas, atendiendo al respetable, etc. Es una de las cosas que más me gusta del verano, aunque suene extraño.

Estoy muy acostumbrada a los sucesos raros en mi vida durante el trabajo de junior estival, pero el dieciocho de febrero la embarró: Partió la jornada caminando en dirección al banco, pajaroneando como siempre. Me despabilé de pronto con lo gritos que lanzaba un pelmazo a su tontona polola por celular: “Hasta cuando me llamai’ por la chxxxa, soimaagxxxxxdadéjame respirar, dale tiempo a esta caxxda”. Ahhhhhhh! Suspiré de amor y mientras pensaba que me había encontrado con el deja de Armando Manzanero un tipo medio acongojado chocó conmigo, cayéndosele de las manos una carpeta llena de papeles. De sapa me fijé en uno que era la cuenta de VTR : doscientos ochenta y seis mil pesos. Problemas de comunicación al menos no tiene. Luego en el banco una ejecutiva de cuentas se rascaba con mucho entusiasmo el trasero mientras Don Juan (así por lo menos deduje de su polera de “soy un don juan") le pegaba con similar entusiasmo a la maquina de consulta de estados de cuenta por no leer su tarjeta. Después fui a la municipalidad y al mismo tiempo que hacía la cola para pagar la patente comercial del bolichito una niñita sin dientes me sacaba pica con un helado, feliz de haber logrado que a las diez de la mañana su madre le concediera ese deseo de vainilla y chocolate.
Por la tarde debía ir a dejar los libros de compraventa donde la contadora, pero esta vez tomé un atajo y me encontré con el cumpleaños infantil más raro de la historia (sin contar el de los hijos de los Rolling Stones ) era en un bar, lleno de juguetes, serpentinas, dulces y chelas. Una locura.

Una locura que no parara el 3 de Marzo, por que en la escuela suceden los episodios más extraños de la tierra. Historias no faltaran.

15 febrero 2010

Hoy en la tarde, laburando con mi viejito en su boliche, llegó un tipo con un look muy zen a invadirnos con su presencia llena de filosofía mística. Todo bien, hasta que su lengua se puso en acción:

No la vengo a molestar señorita, únicamente vengo a contarle que pertenezco a una fundación altruista sin fines de lucro que sólo pretende incentivar en la gente el gusto por leer con estos simpáticos libros. Sí, es cierto que todos son de la cultura hindú, pero le apuesto que no sabe nada con respecto a ella ¿Qué es el yoga? ¿Qué es el karma? La pillé, ¿ve? Esta es una buena oportunidad para aumentar sus conocimientos. Puede elegir el título que sea. Recuerde que somos una fundación sin fines de lucro. ¿Ese le tinca? ¿Ese va a elegir? Ahora…bueno…existe el aporte igual, que es voluntario, a juicio de su conciencia, pero lo mínimo son dos luquitas…

07 febrero 2010

Apuntes de Viaje (Extraído de mi bitácora personal)


Día 1
El volcán Villarrica humea. Alerta volcánica verde (Uf!, al menos por el momento no nos convertiremos en Pompeya).
Una señora un poco siútica (bastante siútica en verdad) llegó a comprar pan al almacencito con una cartera Luis Vuitton, mientras la hija le gritaba en la cara que le depositara plata en la cuenta corriente “Me estoy quedando cero peso….pucha po’ y cómo a la Jóse??”

Pucón, ciudad llena de gente bien (bien cuica) Es tan bonita para ser habitada por gente tan siútica. ¡Qué lugar más homogéneo! ¡Qué niños más homogéneos! ¡Qué estilos más homogéneos! Por un momento trasladé a Pucón toda la gente siútica que conozco en Talca y la verdad es que no llegan al nivel ni por si acaso. Esa onda. Al menos este año vengo preparada al encuentro con la manada ABC1, por que el año pasado casi me dio un soponcio.

Día 2
La ciudad de Villarrica esta cada vez más linda, con mucha más diversidad social que Pucón y no anda tanta cabrería gritando y preguntando donde está la EXIT.

Por tirar la talla le pregunté a un niño que se bañaba en el lago si quería sacarse una foto conmigo. -Salte pal’ lao, le voy a decir a mi mamá que usted me está molestando- (Qué fuerte el “usteo”. Me deja mal, pero más mal quedo cuando los niños me dicen “tía”. ¡¡¡¡Tía!!!!, cuando yo hace mucho tiempo dejé de crecer….de porte y de personalidad)

La bici de cuatro ruedas me desestabiliza y me hace pensar que son muy pocas las cosas que hago bien…

Día 3
Primos sureños amenizan la jornada y damos la bienvenida a la bohemia sureña. Nos instalamos en un barcito pirulo, de esos que repletan Pucón (cuando la diversidad de estilos es poca y más aún te hacen una invitación con los gastos pagados no hay nada que hacer) Un tipo con los mechones más puntudos que los enormes tacos de su acompañante tomaba un whisky mirando fijamente los pechos de esta. Más desorbitados se le pusieron los ojos cuando su Dulcinea (la de los tacones) salió a cantar en el karaoke una canción de Ana Torroja que ni idea como se llamaba. Después de la canción se fueron rápido y eso que el ambiente estaba bastante bueno. Entre tanto mi hermanita de trece años (que anhelaría con todo su corazón que escribiera dieciocho en vez de trece) se escondía cuando aparecía algún guardia de seguridad debido a la ilegalidad que representaba el hecho de que una menor estuviera en el recinto. Pero lo chistoso del asunto es que estos mismos guardias, que al escuchar su voz infantil en el karaoke corrieron en su búsqueda, minutos antes la habían dejado entrar sin siquiera pedirle el carnet. -Quédate escondida debajo de la mesa, será mejor-le dije, y ahí se quedó, alegando por supuesto.
-Despídete con un beso, en la voz de Sara, directamente desde Talca- Aplausos. Hice el loco un rato y nos fuimos (hacer el loco en un lugar donde nadie te conoce no tiene ni un brillo, pero igual algo hay…)

Día 4
“Una tuna es una agrupación musical y hermandad de estudiantes universitarios que portan una combinación de vestimentas antiguas y que interpretan temas musicales del folclore europeo e hispanoamericano” (wikipediars) Una explicación algo cercana a ésta definición trataba de darme Pablo (primo sureño) cuando vimos a una que se dirigía a la plaza. Estaban recién comenzado su jornada musical y nos dedicaron un bolero de manera exclusiva: Muñequita Linda. En ese momento y como siempre me pasa, casi me enamoro del intérprete y me arrepentí hasta los huesos de no haber traído mi disco de Angel Parra Trío, por que me imaginaba la voz seductora de Julián Peña cantando este bolero, como lo hace con otros en el disco.
Después de ese instante lleno de encanto iba a cruzar la calle, pero un Hummer negro casi me atropella. Hummer del cual se baja el hermano menor del recién electo. El Negro Piñera andaba desesperado por jugar sus chauchas en el casino. Fotos por aquí y por allá. “¿¿Y este tipo no tiene más tenidas??”, se escucha en el tumulto.

Día 5
Si tuviera que irme de Talca a vivir a otra ciudad, este año elegiría Valdivia. El verano del año pasado hubiese sido Temuco, pero este verano elegiría Valdivia. Hoy anduve por allá, después de más de diez años que no lo pisaba. Reineta con papas fritas, fotos en el lago, artesanía mapuche…una delicia Valdivia, si no pregúntenle a Ricardo Solari, que a lo lejos divisé atragantándose con un pastel.

Día 6
Aburrida de la temperatura de las piscinas termales me lancé en tobogán al Río Liucura. Pésima idea, quedé para la historia, con una gripe que amenaza estar bien buena.
Ahora estoy acostada, inevitablemente sin poder dormir. Me abstraigo del viaje y sin querer (palabra que sí) pienso en el futuro. Asumo que es bastante masoca pensar en la universidad en medio de la salida estival anual, pero lo masoca es algo intrínseco en mí a estas alturas.
¿Qué cosas escribiría Benedetti si estudiara odontología en la Universidad de Talca? A veces pienso que escribiendo mis percances estos adquieren alguna razón y sentido…..y bueno, mejor cierro el tema académico, que chancho en misa acá en el sur, pero antes debo decir que me gusta lo que estudio, pero no va a haber día más feliz que cuando al fin no tenga que pisar más la escuela.

Día 7
La gripe no me abandona y el viaje de regreso fue bastante poco amable ( de noche y con tormenta) Viajamos tarde (la familia sureña nos secuestró todo el día) Llegamos cansados y yo con treinta y ocho grados de fiebre.
Talquita nos dio la bienvenida casi a punto de llover. Bienvenida de Lluvia v/s Bienvenida de Treinta y cinco grados de calor …creo que no hay donde perderse.
Así que menos plática, que aunque ni yo me lo creo, ya echaba de menos mis tierras.

22 enero 2010

Zapatos Rotos




Cuando tenía 9 años y a pito de nada gané un concurso de cuentos. Mis padres deliraban de orgullo. Mi profesora jefe aún más. Todos contentos con el gran logro de la “Negrita”. Todos, menos la Negrita.
La historia se suscita en el año 1996, en una ocasión en que la profesora de castellano dio como tarea escribir un cuento en 15 minutos y con una extensión máxima de 30 líneas. Dicha tarea iría con nota.
En la educación básica era responsable hasta bordear la locura, por lo que hice un cuento a la rápida, muy obvio y sin pretensiones, acerca de una hormiga que era súper trabajadora y cuyo título era (no me lo van a creer) “La Hormiga Trabajadora”. Lo hice en 5 minutos para cumplir y para irme a escribir uno más largo al patio del colegio. Fingí problemas intestinales y me fui al patio a jugar con las ideas. Por simple placer nació “Zapatos Rotos” una historia acerca de un joven al cual le gustaba tanto caminar que siempre andaba con los zapatos rotos y la gente lo miraba feo. Lo excluían porque se imaginaban que era un esperpento, pero no, tenía los zapatos rotos porque simplemente le gustaba caminar y cada vez que decidía que era hora de cambiarlos coincidía con una nueva etapa en su vida y cosas así. Conocía a muchas personas entretenidas en sus caminatas hasta que al final conoce a una niña que también adora caminar y salen juntos a pasear.
Me entusiasmé tanto con la historia que la hice como de 6 páginas, con una letra ininteligible. Una vez terminado volví casi al final de la clase.

- ¡Niños!- exclamó la profesora - Les tengo una sorpresa. Resulta que no les quise decir antes para no crear un ambiente de competitividad, pero resulta que sus cuentos están participando en un concurso del colegio y serán evaluados por un grupo de docentes para elegir al ganador.
No recuerdo bien en que consistía el premio, pero uno de los beneficios era que lo publicaran en la revista del colegio.
La profesora tenía todos los cuentos al lado del libro de clases. Casi por instinto me paré al basurero y dejé el cuento, con el que tanto me había inspirado en el patio, encima de los otros y con un “Anónimo” considerable.

Un par de días después:
- ¡Niñitos!- dijo la profe- hemos llegado a una decisión con el resto de los profesores. El cuento ganador es el de la señorita Sara Silva San Martín. Un aplauso para su compañera.
Ni contarles lo feliz que me puse. Empecé a imaginarme de grande siendo escritora importante, muchas personas leyendo mis libros, y pensaba también en “Zapatos Rotos” publicado en la revista del colegio.
- Felicitaciones, Sarita. Un cuento muy adecuado para la revista del colegio y con una gran moraleja…
Claro, pensaba yo, dejaba la moraleja de que no hay que dejarse llevar por las apariencias.
- …“La hormiga Trabajadora” es lo que nosotros queremos que ustedes sean, unos niños muy trabajadores.
¿¿¿Qué???, exclamé sin poder evitarlo.¿¿¿¿Cómo????, volví a exclamar. Pero es que no entendía como habían elegido ese cuento. Bueno, igual su moraleja estaba bien, pero “Zapatos Rotos” para mí era una oda a los desadaptados.
- Sí, Sarita. Felicitaciones. Y bueno: Matías, excelente trabajo, pero para la otra será. Pamela, no me quedo claro el final. Carol, era un cuento no una noticia……… - así siguió hasta que llegó a “Zapatos Rotos”- Y por último este “Anónimo”, que quien quiera que haya sido el chistosito le digo altiro que no entendí la letra y que se excede extremadamente del requerimiento máximo.
Luego de eso, la profesora hizo una pausa y retomó la clase. De mi cuento estrella no supe más, no tuve la valentía de decir que el anónimo era yo.



Difícil que pudiera ser de otra forma. La profe de castellano no iba a detenerse a leer “Zapatos Rotos” siendo que su amiga íntima era la profe de Artes Plásticas que se enojaba conmigo cuando pintaba lo cerros azules o cuando pintaba las rosas de cualquier color que no fuera rojo y retaba a Tomás, un compañero que era seco para el dibujo, haciéndolo llegar hasta las lágrimas por no creer que sus dibujos los hacía él, la muy artística creía que los calcaba.
Igual no más después ambas tuvieron problemas y se fueron. En su reemplazó llegaron otras, peores, pero ese no es tema, al menos por esta vez.

18 enero 2010

Ahora que de la noche a la mañana me convertí en oposición debo reconocer que soy un poco (bastante es la palabra realmente) inmadura para enfrentar las derrotas políticas, más aún con tías y primos que repetían constantemente que el candidato de la alianza era su salvador (¿los salvaba de que? No sé) Y estoy enojada y también muy triste. Bastante nefasto este 17 de Enero de 2010. Para esos que me quitaron la celebración de hoy fue una jornada histórica, para mí simplemente fue un día nefasto.

Estoy tan fastidiada con los bocinazos que he decidido pronunciarme con un pequeño texto, extraído de mi bitácora personal, para despejar un poco lo nebuloso de este domingo.

“(…)Siempre pierdo el tiempo pensando en que sería de mí si fuese una cantante negra de jazz. Si en vez de andar pajaroneando con tantas ganas en la universidad hubiese tenido como hábitat natural los clubes nocturnos más onderos de Chile, tener pretendientes saxofonistas, hacer dúos con Ema Pinto, Julián Peña y peinarme como Sarah Vaugan.
El pequeño detalle es que no canto. Tampoco soy negra afroamericana. Cuando chica me molestaban con Cirilo de carrusel y con los chocolitos pero de raza negra yo no soy. Soy India.
Así que todo mal.
Cantante negra de jazz quería la perla….
Pero una vez tuve una oportunidad…. Resulta que fui a ver a un grupo talquino de jazz: Funk club Septeto . De repente dejaron de versear a Steve Wonder y a Louis Amstrong y le tocó el turno a Aretha Franklin. “Respect” empezó sonar desde el escenario. La versión original tiene unos coros muy buenos , pero este grupo no tenía coristas así que no los hacían, entonces yo , que estaba en el publico, me avispé y los empecé a cantar. Sentía muchos ojos sobre mí y en el momento en que creí que el grupo bajaría del escenario para pedirme que me fuera de gira con ellos el tipo organizador me dijo que si no me callaba tendría que irme del lugar.
Cantante negra de jazz quería la perla (…)”

Lo intenté pero no puedo. Hay algo que por mas historias que escriba está tatuado en mi cabeza, eso de que durante larguísimos cuatro años tendré que soportar en la tele, en la radio y en los diarios a Piñera y asociados…algo totalmente inenarrable.

06 enero 2010

Resumen de Noticias

Durante casi 6 días he estado pensando en algo que escribir para dar el pláceme a este 2010 con un texto decente, pero la verdad es que estos días de enero, mes que auguraba ser de lo más fome, han resultado todo lo contrario: de lo más entrete, por lo que no me queda tiempo ni siquiera para pensar.
No. Eso último es broma.
Son excusas simplistas para justificar mi falta de inspiración y creatividad este año. Y con esto no quiero decir que soy la mujer más inspirada y creativa, pero al menos hace unos meses podría haber hecho el intento con otro de mis simples cuentos en 100 palabras. Partí este nuevo año sin que me fluyan las frases ni siquiera para darle la bienvenida.
Pero en fin, no todo es tan malo. Si en la realidad mi mucha cabeza loca no me da, en los sueños he escrito hasta libros. Anteayer, por ejemplo, soñé que escribía un libro. Una editorial quedaba encantada y muchos ilustradores querían trabajar conmigo pero la imprenta que haría las copias se había quedado sin hojas. Frente a esta situación salía muy enojado el dueño de la imprenta quien me gritaba que no tendrían hojas hasta mil años más por que el planeta se había desforestado con tantos premios Nobel. “Ah, miércale!” le decía yo.
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Ayer se me hizo tira la hebilla de una chalita y fui al zapatero. Se llamaba Juan. Muy amablemente y con mucha maestría compuso el desarreglo. Me estaba yendo cuando baja del segundo piso de la zapatería una mujer. Era una mujer muy simple, con el pelo al aire, muy despreocupada y muy alegre. Tuve la sensación de haberla visto en otro lado (como fisonomista podrían darme un Nacional) pero esta vez no tuve la capacidad de recordar donde. “Yo la he visto en otro lado” –le dije, “¿¿En serio??” –me preguntó curiosa. De pronto recordé todo. ¡¡¡Era la Señora de los Cierres!!!
Flash Back: Verano 2007. Me iba a Rancagua a ver a la Chechu. Como soy un poquitín quemadita el bolso con el cual viajaría tenía malo el cierre. Fui a una cordonería y estaba esta señora. “Esto va a estar listo pasado mañana, vuelva para entonces” Volví, no estaba listo, pero la señora de los cierres era tan simpática y tan buena para hablar, que me daba lo mismo esperar, así que mientras me arreglaba el bolso conversabamos miles de cosas. Yo preguntaba y me respondía con respuestas extensas, muy profundas y analíticas hasta que de pronto la conversación se puso más interesante aún:
- ¿Le cuento un secreto, señorita?
- Dele no más
- Estoy enamorada de Juan.
- ¿Quién es Juan?
- Juan es un amigo. Somos amigos hace más de 20 años.Tiene una hija grande, es viudo y trabaja en una zapatería.
Caramba! Mientras pagaba deduje todo. Existía una alta probabilidad que el "Don Juan" que me arreglo mis chalitas fuese el mismo "Don Juan" amor de la Señora de Los Cierres.
Y por qué estaban ahora trabajando juntos?
Y por qué la Señora de los Cierres estaba tan contenta?
No quise preguntar nada más, de repente peco de indiscreta, pero algo había ahí, se respiraba en el aire.
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Hoy en la mañana en la 1 sur con 5 oriente una niña le explicaba a otra por qué en segunda vuelta debía votar por Sebastián Piñera: “ Cacha!, están regalando pulseritas de colores. Viste que hay que votar por Piñera, no seai' lesa”. PLOP!