26 junio 2006

T.I.E.M.P.O

Hoy fue un día de esos que aseguramos haberlos vivido antes.

Es divertido porque como que nos quedamos pegados.

Es como si de repente el tiempo dejara de correr, como si la respiración se elevara y el corazón se acelerara. Inclinamos la cabeza para mirar el cielo y sentir el viento (tan familiar). Cerramos los ojos y nos imaginamos el día que realmente nos inspiró, ese día que ahora es culpable de que nos llenemos de emociones. Parecemos tarados. ¡Sí! , porque ¿conocen a alguien que se cautive por algo así? La verdad del asunto es que como se dan las cosas, detenerse ante la inminente llegada de los recuerdos es una verdadera estupidez. “El tiempo no es para perderlo en esas cosas”, dice la gente ocupada (imagínense que dirían de mí al saber que el miércoles tengo certamen de anatomía y me doy el lujo de estar escribiendo mi historia de hoy)

No me gusta eso. Me desagrada ser testigo de cómo todos luchan en contra del tiempo, encarnado una batalla de la cual es mas que evidente quien es el vencedor (si, el tiempo). Tiempo, tiempo, tiempo…. Todos quieren más tiempo, a todos les falta. Y como se necesita, en ninguno de los casos sobra es imposible que nos detengamos ante cualquier acontecimiento que no sea en pro de los estudios o del trabajo. Hoy yo sí me di el tiempo de hacer “estupideces” y con la pronta llegada, como ya decía, de una enorme prueba de anatomía. Escuché “Crema de estrellas”, una canción que no escuchaba de mis años de colegio secundario, junto con “Zoom” y “Paseando por Roma”. Las canté enteritas, y saltaba en mi cama (con la euforia tan innata en mí)…. Después de eso me puse a pensar en las estaciones del año, en lo poco que me desagrada el frío pero lo triste que sería perderse Talca en primavera. Me sentí enamorada de la vida y al rato estaba estudiando con más ánimo que nunca, cavilando lo tarados que son las personas que piensan que nosotros, los soñadores, somos los tarados.

03 junio 2006

Amor en tiempos de cólera

He escuchado miles historias de amor, lo juro, pero no existía alguna que me cautivara tanto como la que a continuación relataré. Ninguna había cumplido con el toque mágico, con el ser realmente encantadora, pero ésta lo logró. Me he puesto muy exigente en este aspecto, cosa que sin duda gatilló la película basada en la novela de Jane Austen, en donde Elisabeth Bennet con el señor Darcy viven, para mí, el romance más perfecto que pudiera existir sobre toda la faz de la tierra… Pero en fin, el asunto que hoy me convoca a estar escribiendo este artículo es una hermosa historia, aunque no sé si se podría denominar historia. Mejor y para evitar malos entendidos denominémosle C.U.E.N.T.O (…un hermoso cuento…)

Terminando con esa pequeña introducción cuyo fin pretende que puedan, al menos por este momento, incorporarse a mi burbuja, comenzaré con el desarrollo de este cuento.

Todo partió hace poco, en el comienzo de este periodo de constantes marchas, caos, paros y demandas. Mis protagonistas estarán bajo un sepulcral anonimato, aunque es muy factible que al terminar de leer este post esté de perogrullo la identidad de ellos, o al menos se sobreentenderá quien es ella… Ella, la princesa de mi cuento, es simplemente un encanto. Dista de se compuesta, frágil, dócil y tonta. Ella es ante todo fuerte, notablemente fuerte, que por querer darle el apoyo total a los secundarios está metida en el asunto hasta las masas, cosa que es de su total agrado. Lucha y se esfuerza por tratar de brindar ayuda lo más posible. Fue por éste afán que su corazón se enredó en un breve, pero lindo cuento de amor (de ahí la determinación de denominarle cuento y no historia, todo debido a su breve duración). Ella quedó maravillada con uno de los egresados que le presto apoyo en los peores momentos. Él, el príncipe de mi cuento. Un hombre inteligentísimo, culto , con un magnetismo muy inusual dentro de los hombres del mundo de hoy, que ató a él a nuestra princesita revolucionaria. Durante estos días no se ha podido evitar la conexión especial entre ambos, pero no tardó en aparecer el chaquetero conflicto (inevitable en cualquier desarrollo de un cuento), y fue lo peor que pudo pasar. Sin querer, ella se enteró que él estaba con otra niña y llevaban juntos más de dos años… Se podrán imaginar como a nuestra princesita se le desvanecía la ilusión y como la impotencia se apoderaba de ella al sentir que no podía esquivar el triste camino que tomaba este amor…

Ahora está ahí… mirando como el hombre experto en la ley orgánica constitucional de la educación se desvanece entre la fría bruma de los días de otoño, al irse desgastando con los días la fuerza de los miles de secundarios en protesta…
Todo incierto. Lo único cierto es que no se ha terminado. La esperanza está, aunque ella siente que todo acabó al acabarse también su prospera misión…

Queridos lectores: cada uno puede tener sus estándares de romanticismo, pero no me pueden negar que una historia así es digna de ser envidiada. Yo; la envidio con vehemencia.