22 enero 2010

Zapatos Rotos




Cuando tenía 9 años y a pito de nada gané un concurso de cuentos. Mis padres deliraban de orgullo. Mi profesora jefe aún más. Todos contentos con el gran logro de la “Negrita”. Todos, menos la Negrita.
La historia se suscita en el año 1996, en una ocasión en que la profesora de castellano dio como tarea escribir un cuento en 15 minutos y con una extensión máxima de 30 líneas. Dicha tarea iría con nota.
En la educación básica era responsable hasta bordear la locura, por lo que hice un cuento a la rápida, muy obvio y sin pretensiones, acerca de una hormiga que era súper trabajadora y cuyo título era (no me lo van a creer) “La Hormiga Trabajadora”. Lo hice en 5 minutos para cumplir y para irme a escribir uno más largo al patio del colegio. Fingí problemas intestinales y me fui al patio a jugar con las ideas. Por simple placer nació “Zapatos Rotos” una historia acerca de un joven al cual le gustaba tanto caminar que siempre andaba con los zapatos rotos y la gente lo miraba feo. Lo excluían porque se imaginaban que era un esperpento, pero no, tenía los zapatos rotos porque simplemente le gustaba caminar y cada vez que decidía que era hora de cambiarlos coincidía con una nueva etapa en su vida y cosas así. Conocía a muchas personas entretenidas en sus caminatas hasta que al final conoce a una niña que también adora caminar y salen juntos a pasear.
Me entusiasmé tanto con la historia que la hice como de 6 páginas, con una letra ininteligible. Una vez terminado volví casi al final de la clase.

- ¡Niños!- exclamó la profesora - Les tengo una sorpresa. Resulta que no les quise decir antes para no crear un ambiente de competitividad, pero resulta que sus cuentos están participando en un concurso del colegio y serán evaluados por un grupo de docentes para elegir al ganador.
No recuerdo bien en que consistía el premio, pero uno de los beneficios era que lo publicaran en la revista del colegio.
La profesora tenía todos los cuentos al lado del libro de clases. Casi por instinto me paré al basurero y dejé el cuento, con el que tanto me había inspirado en el patio, encima de los otros y con un “Anónimo” considerable.

Un par de días después:
- ¡Niñitos!- dijo la profe- hemos llegado a una decisión con el resto de los profesores. El cuento ganador es el de la señorita Sara Silva San Martín. Un aplauso para su compañera.
Ni contarles lo feliz que me puse. Empecé a imaginarme de grande siendo escritora importante, muchas personas leyendo mis libros, y pensaba también en “Zapatos Rotos” publicado en la revista del colegio.
- Felicitaciones, Sarita. Un cuento muy adecuado para la revista del colegio y con una gran moraleja…
Claro, pensaba yo, dejaba la moraleja de que no hay que dejarse llevar por las apariencias.
- …“La hormiga Trabajadora” es lo que nosotros queremos que ustedes sean, unos niños muy trabajadores.
¿¿¿Qué???, exclamé sin poder evitarlo.¿¿¿¿Cómo????, volví a exclamar. Pero es que no entendía como habían elegido ese cuento. Bueno, igual su moraleja estaba bien, pero “Zapatos Rotos” para mí era una oda a los desadaptados.
- Sí, Sarita. Felicitaciones. Y bueno: Matías, excelente trabajo, pero para la otra será. Pamela, no me quedo claro el final. Carol, era un cuento no una noticia……… - así siguió hasta que llegó a “Zapatos Rotos”- Y por último este “Anónimo”, que quien quiera que haya sido el chistosito le digo altiro que no entendí la letra y que se excede extremadamente del requerimiento máximo.
Luego de eso, la profesora hizo una pausa y retomó la clase. De mi cuento estrella no supe más, no tuve la valentía de decir que el anónimo era yo.



Difícil que pudiera ser de otra forma. La profe de castellano no iba a detenerse a leer “Zapatos Rotos” siendo que su amiga íntima era la profe de Artes Plásticas que se enojaba conmigo cuando pintaba lo cerros azules o cuando pintaba las rosas de cualquier color que no fuera rojo y retaba a Tomás, un compañero que era seco para el dibujo, haciéndolo llegar hasta las lágrimas por no creer que sus dibujos los hacía él, la muy artística creía que los calcaba.
Igual no más después ambas tuvieron problemas y se fueron. En su reemplazó llegaron otras, peores, pero ese no es tema, al menos por esta vez.

18 enero 2010

Ahora que de la noche a la mañana me convertí en oposición debo reconocer que soy un poco (bastante es la palabra realmente) inmadura para enfrentar las derrotas políticas, más aún con tías y primos que repetían constantemente que el candidato de la alianza era su salvador (¿los salvaba de que? No sé) Y estoy enojada y también muy triste. Bastante nefasto este 17 de Enero de 2010. Para esos que me quitaron la celebración de hoy fue una jornada histórica, para mí simplemente fue un día nefasto.

Estoy tan fastidiada con los bocinazos que he decidido pronunciarme con un pequeño texto, extraído de mi bitácora personal, para despejar un poco lo nebuloso de este domingo.

“(…)Siempre pierdo el tiempo pensando en que sería de mí si fuese una cantante negra de jazz. Si en vez de andar pajaroneando con tantas ganas en la universidad hubiese tenido como hábitat natural los clubes nocturnos más onderos de Chile, tener pretendientes saxofonistas, hacer dúos con Ema Pinto, Julián Peña y peinarme como Sarah Vaugan.
El pequeño detalle es que no canto. Tampoco soy negra afroamericana. Cuando chica me molestaban con Cirilo de carrusel y con los chocolitos pero de raza negra yo no soy. Soy India.
Así que todo mal.
Cantante negra de jazz quería la perla….
Pero una vez tuve una oportunidad…. Resulta que fui a ver a un grupo talquino de jazz: Funk club Septeto . De repente dejaron de versear a Steve Wonder y a Louis Amstrong y le tocó el turno a Aretha Franklin. “Respect” empezó sonar desde el escenario. La versión original tiene unos coros muy buenos , pero este grupo no tenía coristas así que no los hacían, entonces yo , que estaba en el publico, me avispé y los empecé a cantar. Sentía muchos ojos sobre mí y en el momento en que creí que el grupo bajaría del escenario para pedirme que me fuera de gira con ellos el tipo organizador me dijo que si no me callaba tendría que irme del lugar.
Cantante negra de jazz quería la perla (…)”

Lo intenté pero no puedo. Hay algo que por mas historias que escriba está tatuado en mi cabeza, eso de que durante larguísimos cuatro años tendré que soportar en la tele, en la radio y en los diarios a Piñera y asociados…algo totalmente inenarrable.

06 enero 2010

Resumen de Noticias

Durante casi 6 días he estado pensando en algo que escribir para dar el pláceme a este 2010 con un texto decente, pero la verdad es que estos días de enero, mes que auguraba ser de lo más fome, han resultado todo lo contrario: de lo más entrete, por lo que no me queda tiempo ni siquiera para pensar.
No. Eso último es broma.
Son excusas simplistas para justificar mi falta de inspiración y creatividad este año. Y con esto no quiero decir que soy la mujer más inspirada y creativa, pero al menos hace unos meses podría haber hecho el intento con otro de mis simples cuentos en 100 palabras. Partí este nuevo año sin que me fluyan las frases ni siquiera para darle la bienvenida.
Pero en fin, no todo es tan malo. Si en la realidad mi mucha cabeza loca no me da, en los sueños he escrito hasta libros. Anteayer, por ejemplo, soñé que escribía un libro. Una editorial quedaba encantada y muchos ilustradores querían trabajar conmigo pero la imprenta que haría las copias se había quedado sin hojas. Frente a esta situación salía muy enojado el dueño de la imprenta quien me gritaba que no tendrían hojas hasta mil años más por que el planeta se había desforestado con tantos premios Nobel. “Ah, miércale!” le decía yo.
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Ayer se me hizo tira la hebilla de una chalita y fui al zapatero. Se llamaba Juan. Muy amablemente y con mucha maestría compuso el desarreglo. Me estaba yendo cuando baja del segundo piso de la zapatería una mujer. Era una mujer muy simple, con el pelo al aire, muy despreocupada y muy alegre. Tuve la sensación de haberla visto en otro lado (como fisonomista podrían darme un Nacional) pero esta vez no tuve la capacidad de recordar donde. “Yo la he visto en otro lado” –le dije, “¿¿En serio??” –me preguntó curiosa. De pronto recordé todo. ¡¡¡Era la Señora de los Cierres!!!
Flash Back: Verano 2007. Me iba a Rancagua a ver a la Chechu. Como soy un poquitín quemadita el bolso con el cual viajaría tenía malo el cierre. Fui a una cordonería y estaba esta señora. “Esto va a estar listo pasado mañana, vuelva para entonces” Volví, no estaba listo, pero la señora de los cierres era tan simpática y tan buena para hablar, que me daba lo mismo esperar, así que mientras me arreglaba el bolso conversabamos miles de cosas. Yo preguntaba y me respondía con respuestas extensas, muy profundas y analíticas hasta que de pronto la conversación se puso más interesante aún:
- ¿Le cuento un secreto, señorita?
- Dele no más
- Estoy enamorada de Juan.
- ¿Quién es Juan?
- Juan es un amigo. Somos amigos hace más de 20 años.Tiene una hija grande, es viudo y trabaja en una zapatería.
Caramba! Mientras pagaba deduje todo. Existía una alta probabilidad que el "Don Juan" que me arreglo mis chalitas fuese el mismo "Don Juan" amor de la Señora de Los Cierres.
Y por qué estaban ahora trabajando juntos?
Y por qué la Señora de los Cierres estaba tan contenta?
No quise preguntar nada más, de repente peco de indiscreta, pero algo había ahí, se respiraba en el aire.
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Hoy en la mañana en la 1 sur con 5 oriente una niña le explicaba a otra por qué en segunda vuelta debía votar por Sebastián Piñera: “ Cacha!, están regalando pulseritas de colores. Viste que hay que votar por Piñera, no seai' lesa”. PLOP!