“En encontrarle sentido se nos va la vida....pero ¿qué es el sentido de la vida?”, pensaba mientras presenciaba como el dentista que nos atiende a mí y a mi hermana se ganaba, con una sola rotación de su muñeca manipulando un instrumento simplón, la plata que obtiene un trabajador promedio en cinco días de pega. “He atendido sin parar ocho horas seguidas”, nos decía, mientras trabajaba de una forma muy poco ortodoxa, apurado por terminar, que pasara el siguiente paciente y virarse rápido.
¿ Estaba cansado? ¿Se preocupaba de su bolsillo? ¿Cuál es el sentido que mueve a mi adorado dentista?
En la búsqueda de respuestas y conversando con un conocido en la plaza, me di cuenta que eso de encontrar un sentido o el motor para poder avanzar en el loco camino es difícil, pero una vez que se halla, nos vamos por un tubo hacia esa paz que se extiende a lo largo de nuestros días. Y hablo de “paz” por que es un estado más permanente y placentero que la “felicidad”, bastante corta, desenfrenada y ciega.
Pero con haber llegado a la anterior conclusión no sacaba nada. Seguía dándome vueltas el tema....ese tema acorralado por la curiosidad en algún rincón de mi cabeza, así que mientras vitrineaba pañuelos en la tienda de ropa usada, le pregunté a la chiquilla que me seguía como si fuera una delincuente cuál era el sentido de su vida:
- ¿Hace cuanto trabajas aquí?, le pregunté, mitad para poder romper el hielo y seguir preguntando, mitad para que me dejara de mirar feo.
- Hace poco, es que quiero juntar platita para mi bebé que viene en camino.
- Ahh!!, sin duda que ese hijo se transformó en el sentido de tu vida.
- Si po!, si yo por él ahora estoy trabajando. Si no, estaría de vaga en la casa de mis papás.
Buen ejemplo, pero ¿existe una teoría?, ¿qué es un sentido de la vida?:
a.- es un hijo
b.- una meta
c.- un ideal a seguir
d.- cualquier razón por la que apreciemos estar vivos.
Yo me quedó con la alternativa D e incluso se me vienen a la mente casos de los que he sido testigo y que apoyan mi opción, como haber hablado una vez con un vecino saxofonista que vivía para la música, anhelando que las horas del día fueran más para dedicarle el tiempo que requiere tan complejo instrumento. La señora de la panadería que amasa y amasa por que quiere ahorrar plata para que en el futuro su hija pueda estudiar en la Universidad. Julián que ordena, marca y traslada libros en la biblioteca para pagarse su carrera. La Pauly, una mágica compañera que estudia y estudia para poder trabajar en Servicio País. Incluso el mismo hecho de tener actividades nos motiva a vivir, como mi mamá que ama el arte, siendo capaz de madrugar diariamente para terminar sus restauraciones, artesanias y pinturas. Mi padre que ama su trabajo. El mismo Flaco Spinetta con su poesía y su música.
Entonces eso del sentido de la vida ya se me concibe una idea más fluida, más accesible y fácil de encontrar.
Vamos a despertarnos a los días, que si nos quedamos dormidos nuestras horas morirán y así también nuestras almas, transformándonos en hombres grises, atrapados por una rutina que es rutina tan sólo por culpa de nuestra precaria capacidad de enfoque.
¿ Estaba cansado? ¿Se preocupaba de su bolsillo? ¿Cuál es el sentido que mueve a mi adorado dentista?
En la búsqueda de respuestas y conversando con un conocido en la plaza, me di cuenta que eso de encontrar un sentido o el motor para poder avanzar en el loco camino es difícil, pero una vez que se halla, nos vamos por un tubo hacia esa paz que se extiende a lo largo de nuestros días. Y hablo de “paz” por que es un estado más permanente y placentero que la “felicidad”, bastante corta, desenfrenada y ciega.
Pero con haber llegado a la anterior conclusión no sacaba nada. Seguía dándome vueltas el tema....ese tema acorralado por la curiosidad en algún rincón de mi cabeza, así que mientras vitrineaba pañuelos en la tienda de ropa usada, le pregunté a la chiquilla que me seguía como si fuera una delincuente cuál era el sentido de su vida:
- ¿Hace cuanto trabajas aquí?, le pregunté, mitad para poder romper el hielo y seguir preguntando, mitad para que me dejara de mirar feo.
- Hace poco, es que quiero juntar platita para mi bebé que viene en camino.
- Ahh!!, sin duda que ese hijo se transformó en el sentido de tu vida.
- Si po!, si yo por él ahora estoy trabajando. Si no, estaría de vaga en la casa de mis papás.
Buen ejemplo, pero ¿existe una teoría?, ¿qué es un sentido de la vida?:
a.- es un hijo
b.- una meta
c.- un ideal a seguir
d.- cualquier razón por la que apreciemos estar vivos.
Yo me quedó con la alternativa D e incluso se me vienen a la mente casos de los que he sido testigo y que apoyan mi opción, como haber hablado una vez con un vecino saxofonista que vivía para la música, anhelando que las horas del día fueran más para dedicarle el tiempo que requiere tan complejo instrumento. La señora de la panadería que amasa y amasa por que quiere ahorrar plata para que en el futuro su hija pueda estudiar en la Universidad. Julián que ordena, marca y traslada libros en la biblioteca para pagarse su carrera. La Pauly, una mágica compañera que estudia y estudia para poder trabajar en Servicio País. Incluso el mismo hecho de tener actividades nos motiva a vivir, como mi mamá que ama el arte, siendo capaz de madrugar diariamente para terminar sus restauraciones, artesanias y pinturas. Mi padre que ama su trabajo. El mismo Flaco Spinetta con su poesía y su música.
Entonces eso del sentido de la vida ya se me concibe una idea más fluida, más accesible y fácil de encontrar.
Vamos a despertarnos a los días, que si nos quedamos dormidos nuestras horas morirán y así también nuestras almas, transformándonos en hombres grises, atrapados por una rutina que es rutina tan sólo por culpa de nuestra precaria capacidad de enfoque.
Ilustración: "Fliying coloring wall", Paloma Valdivia, ilustradora chilena.