22 febrero 2009

Bitácora: 9 Febrero 2009 (fragmento)


(...) Me subí al metro en Estación Central, con ese típico calor ahogador, poco oxígeno, mucho dióxido de carbono acumulado. Lo bueno era que estábamos en un horario bastante ideal para andar en metro, por lo que había poca gente y muchos asientos desocupados. Me fui sentada y mi padre (al cual acompañaba) repasaba detalladamente las cosas que debíamos comprar en la Gran Capital para abastecer su provinciano boliche.
El metro avanzaba y se detuvo en la siguiente estación; poca gente subía, poca gente bajaba. Tanta apacibilidad en un comienzo me resulto bastante extraña pero poco a poco me fui relajando, dejando de sujetar con tanto apremio mi mochila y me entretuve mirando a los usuarios santiaguinos que iban en el vagón. Lo primero que me llamó la atención fue un par de pololos que no se daba tregua en la batalla de besos en la cual estaban luchando.

- Nos pasamos, negrita!!, dijo él.
- Bajemonos rápido po, chanchi!!, dijo ella.

Al instante me acordé del pequeño artículo que había leído hace tiempo en una revista de viajes acerca del metro de París, de lo romántico que era, y lo tan inspirante que resultaba para las pequeñas y grandes almas literarias, apoyando esta tesis con una mención honrosa a Julio Cortázar que en uno de sus libros narra un amor fugaz en el metro de París (creo en los amores en el metro, a propósito de Amelie Poulan)

El otro metroísta que me robó la atención venía en frente mío y cuando lo vi la verdad que me asusté por que no tenía cara: un libro la escondía. “Patagonia Express” estuvo 5 cm. de él varios minutos. Cuando hizo una pausa, decidió mirar por la ventanilla pensativo, como asimilando cada párrafo que ya se había guardado en su memoria. Yo pensaba en lo bonito que es observar a alguien mientras lee o mientras escribe. Será por que me atrae la concentración, la apacibilidad y la vulnerabilidad que transmite una persona cuando está ocupando su mente tan activamente.

- Saraaaaa, se nos olvidó hacer combinación!!, de pronto gritó mi padre (...)

10 febrero 2009

Ni siquiera un solo verso...

“TALCA: Difícil gustar de ese pueblo demasiado grande para pueblo y demasiado chico para ciudad. Chato, caluroso, sofocante, aburrido, repleto de gente arrogante que sigue suspirando por su calidad de segunda ciudad en tiempos de colonia (…)”
Fernando Villegas / Diccionario Histérico de Chile.

Yo soy nacida y crecida en Talca. Casi 22 años recorriendo cada camino de este lugar del cual me nacen tan pocos adjetivos. Porque debo decirlo: por Talca no me nace nada, no hay forma que esta zona logre seducirme por ningún lado.

Vengo llegando del Sur y honestamente el reencuentro con esta ciudad fue bastante frustrante y ni siquiera lo digo por el calor (inenarrable) si no porque es una ciudad fea. Así de simple. Como silvestre ciudadana no veo un real interés por embellecer los lugares, sólo percibo deseos de hacer pasarelas que sólo logran un Talca en tono sepia. No hay ciclovías, no hay diversidad de buenos colegios, en las calles hay basura, el comercio es un chiste, no hay museos, la vida cultural está si no muerta en la UTI, el Terminal de buses huele a baño de Pronto Copec y el smog del que años atrás sólo oíamos como problema eterno en Santiago se instaló con todo en este territorio baldío de rincones mágicos.
¿Será que soy una malagradecida con la tierra que ha sido protagonista de mi andar?
Quizás, no lo sé, pero si sé que no he logrado echar raíces. De niña creía que sí, que aquí lo tenía todo, aunque bastó que saliera de la burbuja para darme cuenta de la realidad, que Talca no crece en calidad sino en cantidad.

Un entrevistador español le preguntó una vez a Luis Sepúlveda, escritor chileno de esos libros tan colegiales que ahora está radicado en España, acerca de Chile, de su ciudad natal (Santiago) de que cuando pensaba volver a éste país, a lo que él, muy zen, respondió:
“Yo nací en Chile, crecí, estudié, me exiliaron, me vine a España y me siento de acá. Soy español, porque uno es de donde se sienta más cómodo”

Quiero a Talca, pero no me enamora nada, por que me mata las pasiones el hecho de que halla tanta precariedad, tan poca visión, tan poca gracia en la forma de hacer las cosas… Talquita se va de a poco de la zona de mi alma.