31 mayo 2007

Principios de Incertidumbre

Antes que este planeta estuviese habitado por hombres y mujeres, vivían en él Pasiones y Virtudes. En el planeta tierra estuvieron viviendo cientos y cientos de años , durante toda la eternidad, que se aburrían de lo lindo…así cada día trataban de inventar un juego nuevo al que jugar para que se hiciese más llevadera la larga, larga, larga, larga existencia. Solía ser la Imaginación quien proponía los juegos y un día propuso jugar al escondite. A todos les pareció bien, a todos les encantó la idea, pero ¿quién la cuenta? La primera en levantar la mano fue la Locura, “Yo, yo, yo la cuento”. ¡Ufff!, la Locura…está bien. Vuelve la cara en ese árbol y comienza la cuenta mientras el resto se esconde y comenzó a contar una cuenta imposible “1, 7, 2, 55,88” y uno a uno se fueron escondiendo. La Locura seguía su cuenta y cada uno buscaba el lugar más indicado en donde la Locura no los encontraría. Todos se iban poco a poco escondiendo, excepto uno, que tardaba en encontrar el lugar apropiado. Ese era el Amor. Y es que ya sabes que el amor es indeciso y andaba de un lado para otro sin encontrar donde meterse. La Locura seguía contando “55, 88,100, voy” y se dio la vuelta. El amor se metió al primer lugar que encontró. Se metió de un salto a un matorral de zarzas, que había allí cerca. Ahí se coló esperando que la Locura no pudiese verlo y no lo vio.
A la primera que se encontró la Locura ahí tumbada fue a la Pereza. La Imaginación estaba por las nubes. A la Mentira la divisó ahí, pero como era mentira, era mentira que estaba ahí. Así uno a uno fueron apareciendo. La Locura los iba encontrando a todos, pero al rato sólo faltaba uno por encontrar, aquel era el Amor. Es que ya sabes que encontrar al Amor es bastante difícil.
El juego comenzaba a hacerse pesado, así que la Locura comenzó a gritar “Amor: ¡sal ya!, que se hace tarde”, pero el amor es indeciso y no solamente uno tarda en encontrarlo sino que muchas veces tarda en salir a la luz. El Amor asustado no salió.
La Envidia que suele preocuparse más de los demás que de sí misma fue a donde la Locura y le dijo “El Amor está allá, oculto tras esas zarzas”. La Locura muy enfadada fue hacia las zarzas gritando “Amor, ¡sal ya!, que se hace tarde”. La Locura, trató de meter las manos entre las zarzas para sacar al Amor por las solapas con la mala fortuna que se pinchó con una espina, y es que a veces hacer salir al amor es doloroso. Y la Locura, más enfadada aún, agarró una rama que había cerca, la introdujo en el matorral y comenzó a agitarla entre las ramas. De repente sonó un grito. Entre las ramas salió el Amor, con las cuencas de los ojos ensangrentadas. La Locura en su locura al agitar la rama entre las zarzas le había sacado los ojos al amor, dejándolo ciego para siempre.
Todos se quedaron muy callados, mirando al Amor, sin saber que decir. Quizás aquella fue la única ocasión en que la Locura habló con un poco de cordura porque dijo “No os preocupéis, desde ahora yo seré sus ojos”.
Es por eso que desde entonces el Amor es ciego y la Locura son sus ojos.

Historia relatada por el cantautor español Ismael Serrano en uno de sus conciertos.
...y se hizo luz, se hizo silencio, y en un momento todo paró y nació el amor…nació el amor.-

17 mayo 2007

Hora del Intermezzo (Dibuje, Maestro)

Todo parte por la necesidad irrefrenable de encontrar por donde fuese la felicidad perdida en los arduosos años de trabajo y siguiendo el ajetreado ritmo que se me impuso en el camino”

Frase con que comenzaba la edición eternamente dominguera de Tierra Adentro. La elocución inicial es propiedad de Don Nacho, ante una de las exactas interrogantes del señor Landon, en donde se refería a los comienzos de su divino arte…
Este señor no supera los 60 años de edad. Usa lentes gigantes, de gran aumento, con un marco desgastado al igual que su chaleco, sus pantalones y zapatos. Si tuviéramos la oportunidad de presenciarlo, sin poseer ni la más remota noción de él, muy factiblemente creeríamos que es un pobre tipo y más agudizaríamos nuestro prejuicio al verlo en los basurales reuniendo los hallazgos del día, es decir pequeñas cosas consideradas en su mente como futuros grandes tesoros que para otros sólo fueron cosas que ya cumplieron su ciclo…para don Nacho, el ciclo es la vida.
Luego de salir con su carrito a recorrer callecitas antañas de la ciudad, revisando los rincones, los recovecos, las escorias de un país que no quiere lo antiguo, llega la instancia de comenzar a trabajar en su pasión, por que él es un artista y hace de su arte el trabajo diario que desencadena la vía de la plenitud en su máxima expresión.
¿Y qué tanto hace don Nacho?
Don Nacho revive lo olvidado. Reproduce con gran fidelidad fachadas de arquitectura pretérita, restaura objetos, pule los cerámicos rotos y crea mosaicos, lija los pequeños trozos de madera recogidos con los que establece diversas figuras que plasma en el interior de su “Templo”, una especie de domo construido por él y un par de sus discípulos que tardaron años en finalizar, con ventanas multicolores, diagramas y figuras dando vueltas por ahí.
Los trabajos referidos a los frontis de lugares de tiempos remotos son de una prolijidad digna de comparar con grandes exponentes internacionales. Los ladrillos de sus obras son hechos por él, así mismo las manillas de las puertas, los pestillos de las ventanas, las vigas de madera…. Todo es de su autoría y fabricado, lo más asombroso de todo, a escala.
Sus reproducciones van desde una simple casa de barrio añejo a una gran Iglesia abandonada por los feligreses que en presencia de otra, probablemente más nueva, la dejaron en el pasado, adquiriendo el sentido que a este hombre verdaderamente le importa.
Llegada la tarde se prepara su propio pan, moliendo con una piedra gigante el trigo, pensando sin detener el paso en qué hará con lo encontrado en la mañana de ese día, desencadenando la opresión de mi corazón clandestino al percibir en vivo la magnitud de un don tan exponencialmente elaborado.
Mientras el mundo se esfuma, don Nacho no quiere salir de su "Templo". Es su refugio, su placard, su cuarto de salida, en donde nada es real…en donde nada estorba.