30 octubre 2008

Yo no amo a Tony Manero


Fui a ver Tony Manero, después de tanta critica elogiadora, tanto festival de Cannes, un Alfredo Castro comparado con Al Pacino y un Pablo Larraín con excelentes proyectos encima.

Yo no sé si es que no sé nada de cine o soy muy lenta, porque por más que lo intente no hubo forma de que entendiera algo en la historia.
De partida me sentí como en un sábado de pleno verano en la tarde (35° C) con dolor de cabeza y con fastidio fatal. Así tal cual percibí cada minuto que estuve sentada en el cine.

De la película logré captar la obsesión brutal del protagonista, Raúl Peralta Paredes con el personaje de la película de Travolta (Tony Manero) convirtiéndose el querer ser como él en el único y maldito motivo de su existencia, matando con sus propias manos a todo quien se interpusiera o tuviese algo al alcance que necesitara para lograr su gran fin; convertirse en la fiel imitación de Manero. Un fanatismo monstruoso.
Raúl en un submundo es lo más bajo. Además depende económicamente de un señora sesentona que le da comida, alojamiento y permiso para montar en su bar un espectáculo bastante ordinario inspirado en “Fiebre de sábado por la noche” a cambio de ciertas regalías que como hombre, más parecido a un animal en sus instintos pero hombre al fin, le puede ofrecer (lo único) Tiene un cuerpo de baile, del mismo submundo un poco menos bajo, en el cual ve saciados sus reflejos carnales con dos de las integrantes; una madre y su hija. No ama a nadie, no quiere a nadie, nadie ni nada le importa. Sicópata por donde se le mire, es capaz de hacer T-O-D-O con tal de convertirse en el verdadero Tony Manero.

Esperen. Antes de continuar, me detengo y leo el último párrafo. Probablemente si fuese una lectora de blogs y me encontrara leyendo este post, específicamente el párrafo anterior diría; “¡Esta mina está loca!, la película debe ser maestra”, pero no es así. Es cierto que hay un gran esfuerzo en mostrar la magnitud de locura y la bajeza del pobre tipo, pero se desarrollan un sin fin de acciones poco concretas sin finalidad. Tiene dos episodios de sexo explícito que no llegan a ninguna parte, porque si lo que querían con ellas era demostrar aún más el alto grado de turbiedad de mente y todo lo perdedor que podía ser Raúl Peralta, ya existía una cuota bastante alta de elementos para poder, por lo menos, inferirlo.
El punto de que la historia se desarrollara paralela al golpe de estado no tuvo mayor relevancia que dos intervenciones de supuestos espías de la DINA, de las cuales ninguna se entiende claramente el objetivo.
El final se desarrolla en un concurso del doble nacional oficial de Tony Manero, el cual Raúl pierde, decidiendo como parte de su venganza abordar la misma micro en la cual se estaba yendo el ganador del concurso. Sin esperar nada sorprendente la película termina, quedando el final a merced de los decepcionados espectadores que suponíamos sin mayor esmero que lo mataría, tal como mató a todos quienes obstaculizaban según él su gran sueño.

Comenzaron los créditos y un tipo exclamó. “¿Y este es el cine chileno?”.
Yo quiero creer que aún existe la posibilidad de películas chilenas con más trama, más encanto y menos pornografía. Y qué me diga el Fondart, los pro-cool y la ministra de cultura que soy ignorante, poco letrada y poco culta, para mí Tony Manero es en dos palabras Fome y Pornográfica (menos más la entrada era 2x1)

06 octubre 2008

Plata+Auto = Par de so burros


- Es bien rica la Magda.
- Si, pero es bien inalcanzable igual.
- Ninguna mina es inalcanzable si tienes plata y un auto.

Así tal cual fue el pequeño diálogo que escuché por parte de un par de tipos en una actividad de la carrera. No necesité mucho tiempo para darme cuenta del grado de ignorancia del par de tarúpidos acordándome de la poética frase de Luis Alberto en su canción “Jardín de Gente”, que dice “…con dinero no se inventa el amor…”. Y no es por que lo diga Spinetta, es tan sólo un mínimo de sentido común, por que ok, puede que con la suma plata+auto se consigan cantidades determinadas de minas pero veamos la calidad de las minas.

Para mí lo que resalta de este intercambio de frases tan llenas de sapiencia es el alto nivel de estupidez. Por que estamos en el Chile del siglo XXI, donde no hay dudas de la masificación de la revolución cultural, el acceso a la música, a los libros, a la información… hay que ser muy inocente para pensar que con muchas lucas y un mini cooper del año un chiquillo las tiene todas. O sea igual un mini es bonito, pero de ahí a creer que las mujeres se doblegaran ante él, lo veo bastante difícil, ya que si bien existe un pequeño porcentaje de minas que se quedaron en el pasado heabymente con madres que le aconsejan comprometerse con niños de buenas profesiones, de un cierto status, la mayoría de mis pares está en otra. Quiere divertirse, realizarse, opinar, desarrollar ideas, planear proyectos, leer, enamorarse de veras. Ahora si el príncipe viene acompañado de un auto cosa de él, pero ese punto está años luz de ser un requisito para amar.
Quizás hasta los 80’ era importante para una parte de la sociedad (la más arribista) emparejarse con niños bien para asegurar el futuro, pero en el siglo XXI más que querer asegurar el devenir se quiere luchar por él. Más que un macho protector que agasaje con regalos y que evite los problemas de transporte se quiere un compañero de vida, de expedición.

Después de atestiguar el parafraseo de ese par de so burros, junto con Luisito recordé historias como las de mis padres, los papás de la Chechu y los papás de la Pauly en los que tanto burbujea y burbujeó el amor no teniendo más que eso en los bolsillos.
La noción que ellos tenían era idealismo genuino, pero a pesar de que en nuestros tiempos se perciba como algo difuminado no debemos hacer juicios apresurados. Las cosas andan tan mal en la tierra que las personas están buscando resguardar los tesoros de cualquier invasión por parte del capitalismo. Lo que menos se quiere es contaminar el amor (el mayor de los tesoros) porque un amor que tiene como puente el interés poco vale, rápido pasa y nada importa.

05 octubre 2008

Fatalismo Inútil (casi como hedonismo)


A pesar de que los tropezones en mi andar son bastante frecuentes y debería tener un magíster en la superación de ellos (por la vasta experiencia) esta vez me presento en la batalla contra uno de estos prácticamente en pelotas. No tengo armas para superarlo.

El “Gran Tropiezo” al que me enfrento esta vez es un fatalismo inútil, que no me quita el aire, el sol, ni los deseos de alterar constantemente la cotidianeidad (mi mente es un mar de alarde) pero en el mundo terrenalisimo, lleno de orgullo, codicias de éxito y triunfos, me enfrenta al juicio de un montón de gente que muy ocultamente se llena de placer ante el fracaso ajeno (mío en este caso)
Fracaso entre comillotas, por que honesta y objetivamente no da para tanto, pero hay puntos trascendentales caracterizando a este insustancial hecho que lo convierten en todo un mal suceso. Hay una cuota importante de perjuicios al orgullo y al ego que transforman esta pequeña caída en un gigantesco fatalismo.

Cada instancia que involucre particularmente a estas dos características menoscabadas permite sin restricciones que afloren todas esas grises flores que poco ayudan a colorear el panorama. Se despintan las miradas y empieza a hacer ruido la preocupación, que jode y jode con la premisa de un incierto futuro, de la no responsabilización de los efectos secundarios, de la próxima declaración ácida de cada uno de los mortales que se aparecen en mi camino…

Hay está el tema de fondo, por que si el componente externo (lleno de personas con negros y ocultos anhelos disfrazadas de colores y sonrisas) se anulara, es muy probable que este post lleno de contradicciones no existiese. A mi cabeza, por una debilidad temporal, le importa la opinión pública. Mi corazón francamente no le da tribuna a nimiedades pero esta tonta cabeza se debate constantemente, otorgándole una grandilocuente suma de importancia a algo que en definitiva no se lo merece y en estos momentos y en este round, trágicamente, gana mi cabeza.