Por un momento pensé que eras una epifanía, pero no lo logré
descifrar.
Podría esclarecer mis dudas, aunque prefiero quedarme en esta
especial incertidumbre, que le da otro matiz al frío invierno de la ciudad.
No pretendo acercarme más ni hablarte más, ya que como
siempre, llegué tarde (muy tarde) al encuentro. Pero me queda el momento en que
nos conocimos, en el que por unas horas nuestros destinos pretendieron
enseñarnos la existencia del uno al otro sin ambiciones ni expectativas. Me
queda el recuerdo lleno de aromas y música.