11 octubre 2007

Rodolfo Páez en Talca: Qué extraño que es el corazón!

Si alguna vez debí llorar por un hombre hoy es la ocasión. Y no es porque me pusieron el gorro o me dejaron botada a merced del desamor. Más bien por que el destino me presentó en persona a un hombre transformado en poesía: Fito Páez en Talca, mi ciudad natal.

El señor Páez me escoltó en la transición que sufrió mi lucidez, la madurez que de pronto me golpeó la cabeza y en un pequeño período de tiempo logró llenarme de todas las forma posibles. Su hipersensibilización me identificó. Sus músicas me susurraban todo el día, sus letras raras me dejaron sin piso. Me puse a flotar en el aire y me enamoré con un amor de admiración elevada a la enésima potencia, con amor de niña-mujer…

Noches enteras arrebatas por canciones e instrumentalización de tiempos en los que yo ni siquiera nacía, pero en los que Fito se proyectaba como uno de los grandes del rock argentino. Y no hablo de los mismos temas con los que tanto le dan en las radios y en la televisión. Me refiero a la verdadera esencia de este señor que es la de ser un total juglar.

Ante todo esto no me quedaba más que desvelarme por sus creaciones y lagrimear una que otra vez. Nunca perdí la esperanza de tener la opción de verlo en un concierto con lo temas esos de los raros. Había desechado la opción de Viña por ser totalmente lo contrario a lo que me imaginaba como una cita astral con Rodolfo, pero en fin…la ilusión estaba.

El año pasado vino al Teatro Regional el Flaco Spinetta y Pedro Aznar, ambos amigos íntimos de Páez, entonces pensé: “Tal vez en una de sus voladas, Luis Alberto le cuente a Fito acerca de un teatrito encantador en Talca, Chile y éste por excentricidad venga a tocar” Y bien. Al parecer se me cumplió lo que en esos momentos me parecía tan quimérico. Hoy fue el día que divide mi vida en dos: Antes de Fito Páez en vivo y Después de Fito Páez en vivo. Si esto es un sueño que alguien venga y me despierte que el corazón ya no me da más. Tuve a tres metros a uno de los miembros más activos, más genio y con más talento de la música latinoamericana.

La taquicardia me dominó desde que salió y se sentó ante su pianito con Waltz For Margui, una pieza clásica de su autoría que recomiendo escuchar para sentir la fuerte evocación hacia una nostalgia extrema y logren entender lo que en esos momentos pudo ocurrir en mi alma. Prontamente iba alternando temas nuevos (El cuarto de al lado, Gracias, Cae la noche en Okinawa, Nocturno en sol, Vas conmigo, Sofi fue una nena de papá) con temas de hasta el disco “Ey” y otros más obvios (Polaroid de Locura ordinaria, Detrás de muro de los lamentos, Dos días en la vida, Al lado del camino, Un vestido y una flor). Luego, por siete minutos intercambio su piano por una guitarra eléctrica cantando Ciudad de pobres Corazones y Naturaleza Sangre. También se hizo presente la infaltable 11 y 6 y las trilladas Mariposa technicolor, Dar es dar, Dale alegría a mi corazón, A rodar mi vida para finalizar y satisfacer a sus fieles.
Tan flaquito y tan alto. Nunca se enteró de mi presencia, pero acompañé sus canciones sin dudar en ningún momento. “Si es amor” y “Zamba del
olvido” se llevaron mi euforia y las lágrimas nacieron ante un Páez cantando a capella “Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

Y nada. Es más hermoso que en sus dvd’s y su voz suena increíblemente perfecta en vivo. Sorprendentemente el primer punto me paralizó las sinapsis; es extraordinariamente atractivo. Todos estos años lo he encontrado guapísimo, pero es más que eso. Logra tener ese “no se qué” que a muchos benjamines vicuñas les falta y que Fito tiene de sobra. Ya me paraba y le robaba un beso, es más, si el destino hubiese querido que la distancia de edad entre Rodolfo y yo no fuese tanta probablemente hoy le hubiese pedido matrimonio, aunque tuviera muy presente su obvia negativa.

Catastro: Más de 100 minutos con la sensibilidad a flor de piel. No sé si estar feliz o largarme a llorar. Tengo el centro del corazón apretado. Es lo historia que les contaré a mis nietos, mi amor platónico eterno, la música que me revuelve las emociones, la voz más seductora que he percibido.
Ay!, Rodolfo, como podría dejar de escucharte alguna vez…
Sus músicas nos hacen brillar
Sus músicas nos hacen cantar
Sus músicas nos cuentan que algunas cosas están...
están en su preciso lugar (Gracias - Sir Fito Páez)