12 octubre 2013

Imposible dejar en el tintero.-

Ilustración: Paloma Valdivia

Después de que pasaran muchos años, escuchó sin querer sobre un amor que la acompañó en un trayecto largo de su vida. De verdad que sin querer, sin tener la mínima intención se enteró de la vida pasión y obra de ese compañero que entramó tantas penas y alegrías, tanta juventud e ingenuidad, tanto amor y soledad. Se desempolvaron los recuerdos (se veían tan nítidos) y eran tantos que la paralizaron. De pronto, dejó de odiarlo y un sentimiento de extrema ternura se apoderó de su corazón. Lo recordó con cariño, como si los tropiezos entre ambos no fueran más que confabulaciones para armar una gran novela. Se sonrió mientras sonaba en su cabeza la canción que estaba escuchando cuando por primera vez él le habló. Y ahora, después de toda esa agua que pasó por debajo del puente, ella estaba ahí, recordándolo con cariño, deseándole a larga distancia una felicidad merecida, una felicidad que durante un trayecto de la vida él le brindo  inconscientemente en más de una ocasión, ignorando quizás la huella imborrable que un amor perpetúa en la vida del otro. Ella no lo olvidaría jamás, eso era seguro, y pensó que si algún día se volvía a topar con él le daría un largo abrazo en agradecimiento por cómo en un determinado momento fue capaz de remecer de principio a fin el guión de su normal y apacible historia.