27 mayo 2010

Maldito Prefijo Negativo

- Fernando, la vitalidad de esa muela es insalvable. Se va a endodoncia seguro si es que no quieres perder la pieza.
- ¿Endodoncia?
- Tratamiento de conductos, querido. Habla con la secretaria para ver cuanto te sale y programen la fecha de la próxima sesión.

Desde hace una semana que le dolía la muela, y a pesar de que durante el día ni se acordaba de ella, era por las noches (en el momento preciso en que se disponía a descifrar a Borges) cuando empezaban las palpitaciones, como si la muela tuviera un pequeño corazón. Trataba de aplacar el dolor con analgésicos y antibióticos automedicados pero la cosa era grave, y él lo tenía claro.
La vitalidad de esa muela es insalvable”, había dicho la doctora, y la palabra “Insalvable” le daba vueltas incesantemente.
Insalvable….
Años atrás fue su padre. Después su pololeo con Rosario y ahora su muela. “Insalvable” era una palabra que estaba bien presente en su vida.
Lo de su padre fue la diabetes poco o nada controlada. Lo de Rosario una infidelidad confesada por él mismo y lo de la muela el horror al dentista. “Insalvable”….retumbaba la palabra en su cabeza, porque recordó esa noche fría en la mutual, cuando ante una grave crisis hipertensiva de su padre, derivada de su diabetes sin control, el medico internista le dijo que éste entraba en un estado insalvable.
Insalvable…seguía dándole vueltas. Recordó cuando se fue a Valparaíso a hacer su post grado junto a su bien dotada compañera de facultad Julieta, quien luego de tres años de intenso despliegue de sus grandes dones más la importante pincelada de decadencia que le daba el tiempo a lo suyo con Rosario, logró lo que Fernando creía prácticamente imposible: Doblegarlo a sus pies una noche en el puerto. Mitad Encanto, mitad alcohol en la sangre. No pudo con la culpa y confesó su crimen a Rosario. Ésta lo finiquitó sin esperar un segundo: “Con esto nuestra relación es insalvable, Fernando” No logró hallar la interlocución correcta y Rosario se fue con una de sus curiosas carteras en el brazo y él, sin poder emitir sonido alguno.
Insalvable….daba y daba vueltas. Recordó su última ida al dentista hace una década obligado por su madre: “Diagnóstico para la pieza 1.6: Caries profunda. Es necesario que la trates enseguida, si no, puede que llegues a perder ese diente”, le dijo en esa oportunidad la doctora. Diez años después el vaticinio comenzaba a cumplirse.
Insalvable… Su padre no resucitaría. Rosario no volvería con él, y su muela estaba muerta.
“Insalvable, ¡Palabra maldita!”