07 mayo 2011

El Perseguidor (Las Armas Secretas, 1959) Julio Cortázar.

El tiempo es abstracto. Tratar de explicarlo más allá de una magnitud física es muy complejo y resulta que lamentablemente es mucho más que una de las partes de un problema cuántico. Eso bien lo sabía Julio Cortázar cuando tuvo la maravillosa gran visión de “El Perseguidor”.

El Perseguidor es uno de los cinco cuentos que forma parte del libro “Las Armas Secretas” y me incliné a recomendar sólo este cuento en vez del libro completo por la capacidad tan fácil que tiene de sobresalir del resto.

Bruno es un periodista y crítico de música que se encuentra realizando una biografía de un saxofonista muy famoso llamado Johnny Carter, quien le debe a esa gran fama y a la adicción a las drogas sus constantes trastornos emocionales, adicionándole un delicado estado psicológico. Su refugio es la música, el jazz, en el que busca crearse una realidad propia, donde el tiempo cronológico ya no lo determine más una manecilla de reloj sino las notas de su saxofón.

Y como el tiempo se encarga de transformar todo en recuerdo, Johnny pasa los segundos como si fueran horas evocando su pasado y a sus amigos. Mucha de la atemporalidad en la que vive se la debe a la gran soledad que lo rodea, aunque halla cientos a su lado glorificando al cielo sus jam sessions. Mientras escribe, Bruno hace críticas en contra de su accionar y hasta lo envidia, pero hay algo que no puede envidiar: el gran dolor en el alma de Johnny cuando dice “esto ya lo toqué mañana”.