31 enero 2007

Locos Tiempos Que Ya No Están.-

Se han escrito tantas cosas sobre los recuerdos que de alguna manera me pongo trabas para hacer este poco relevante comunicado, pero me instalaré un escaparate ante los supuestos futuros comentarios de poca gama de temas en este blog y soltaré mis dedos sobre el teclado, que ellos fluyan tan antojadizamente como se les ocurra .
Hace más de tres años deje de ver a un sobreestimado compañero de colegio, de esos que por cosa del destino te acompañan durante los años más trascendentales de tu adolescencia. Cuando nos distanciamos lo tomé como parte de la vida: “el tiempo debía avanzar inexorablemente”, dejando como resultados un acumulo de recuerdos que a pesar de ser extraordinariamente lindos no eran más que RECUERDOS…
Pero algo aconteció. De una semana para otra un insólito sentimiento de extrañarlo apretaba mi corazón. Recordé detalladamente los tres años en los que mutuamente nos acompañamos entre tareas de castellano, pruebas de matemáticas, interrogaciones de química y música de Jamiroquai en su personal stereo (adelantando el cassette con un lápiz para no gastar pilas). Eran lindas evocaciones que venían en aumento sin poder darle alguna atribución, ya que cómo puede ser posible que ahora, después de aproximadamente mil cien días sin tener el más mínimo contacto, vengan hacia mí esas añoranzas del pasado, cuando ya me encuentro próxima a cumplir dos décadas dando vueltas por el universo.
Fue un tema que compartí últimamente con quien se cruzara en mi camino y pudiera otorgarme un oído atento por un pequeño momento, recibiendo casi por beneficencia un montón de consejos. Uno de ellos (el más sabio) fue: “Tienes que ubicarlo de nuevo, la gente que uno quiso y quiere no puede quedarse estática en el pasado”. Esa bendita frase se me tatuó en el cerebro. Sin pensarlo más de dos veces hoy busqué su número en una agenda vieja (de esos espléndidos años) y lo llamé por teléfono, con la duda latente de si le importaría hablar de nuevo conmigo, después del paso de tanto tiempo, pero para mi estupefacción me reconoció de inmediato, sin darle la más mínima de las pistas, y se notó su voz de sorpresa y agrado. De ahí hablamos de todo… Del presente, del ideal futuro y por supuesto, de aquellos tiempos, que nunca mortal alguno podrá arrebatar.
Agredecimientos para tí, compañero de estudios, andanzas y sueños, al parecer yo nunca te olvidé.
"Eran los tiempos de caramelos,
maestras hurañas y sol.
Jugando a ser mayores
escondidos en alguna plaza.
El tiempo inflexible pasó

Y aunque reniegues tus primaveras,
algo en tu pelo cambió.
Ansiosos, ambiciosos,
decadentes y con malas ganas.
La vida real te atrapó.

Muñequitas, carrusel,
Bicicletas, llorando en un jardín.
De esos tiempos
un mago regresará.

Y aunque reniegues tus primaveras,
algo en tu pelo cambió.
Ansiosos, ambiciosos,
decadentes y con malas ganas.
La vida real te atrapó.

Muñequitas, carrusel,
Bicicletas, llorando en un jardín.
De esos tiempos
un mago regresará." (Bicicletas- La Rue Morgue)

16 enero 2007

Viven las Ideas de los Amantes...

La narración a la que decidí referirme esta vez es una simple historia, sin melodramas extremos, homicidios, suicidios, accidentes automovilísticos, infidelidades (tan usuales, por Dios!), etc., por lo que si no se cumple con las anteriores categorías es el momento indicado para cambiar de dirección de blog.

El viernes partí por unos pocos días a la playa con mi familia, a las cabañas más hermosas de la séptima región. Llegamos y sin siquiera pasar 12 horas encontré a mi hermana desconsolada asomada por la ventana y mirando el mar. Yo, que en ese momento estaba dormida a más no poder por el cansancio típico provocado por un largo viaje, desperté por el sonido de sus sollozos. Entre sueño y cansancio le pregunté que diablos le pasaba y para mi desmesurado asombro dijo que extrañaba a su pololo. ¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿Qué?????!!!!!, exclamé yo, no pudiendo entender que se pudiese echar de menos a una persona que acababas de ver el día anterior. No le encontraba alguna lógica y opté por detener el fluir de mi conciencia. Al instante le di un par de consejos fríos como piedras (que por más pino que les puse no sonaban ni un tantito convincentes) y me dispuse a continuar mi velada con la poco conocida almohada (más dura la pobrecita). Al otro día, siendo este el momento del tenue clímax de mi historia, tocan la puerta de la cabaña como a mediodía. Yo pensando que era la señora que clandestinamente nos trae “locos” cada veraneo corrí a abrir, pero no era Doña Mariscos: Era el novio de mi hermana. No pude evitar la risa, “¡Cómo tanto!”, pensé, porque se vino de Talca, tan calentito en temporada estival, viajo más de una hora 1/2 en bus, todo acalorado para ver a su pecosa novia, a la cual no vería por unos pocos 5 días…. Eso me llamó la atención, esa desesperación, tan poco común en pololeos actuales. El resto de la historia es un tanto evidente, ya que posterior a su llegada se quedo con nosotros hasta hoy, que fue el día elegido para regresar a la ciudad. Durante la estancia se le podía observar abrazados, de la mano, caminando por la orilla de la playa en un romántico atardecer, saliendo a pasear por la noche fría de la costa, conversando con esas “ganas de escuchar mutuas” que sólo se puede generar entre dos personas que estan completamente interesadas en el otro. Ahí recién logré comprender el por qué de los hechos: “Aaaaah!, pues claro, es el amor”.

02 enero 2007

Nunca Me Voy a Olvidar...

Esperando que este año 2007 transcurra con más glorias que penas me atrevo a recomendar una simple canción, inadecuada totalmente para personas que se dan vueltas mucho en sus pensamientos y cuyos gustos abstractos superan la sencillez de la vida (sin ser eso algún agravio de mi parte, por supuesto).
Es una canción que descubrí de ociosa, viendo el DVD “Naturaleza Sangre – vivo en Gran Rex” del genio de la música argentina, el señor Rodolfo Páez Ávalos, alias FITO PÁEZ (siendo objetiva y dejando a un lado mi exagerado gusto personal por Gustavo Cerati).
La situación en la que aconteció todo me sorprendió con un aburrimiento escandaloso, y con unas inusitadas ganas de ver televisión. Empecé a estudiar acabadamente el material que en ese momento se me ofrecía, cuando algo me dice que ese era el DVD indicado. Lo puse, y como siempre, encontré a don Fito desmesuradamente atractivo, pero ésta vez y aparte de “Tumbas de la Gloria”, “Volver a Mí” , “Los restos de nuestro amor” y “Ojos Rojos” (ésta última merece una mención honrosa debido a la participación de la cantautora brasileña Rita Lee y a la poderosa interpretación de Páez al final de la canción en donde canta, nada más ni nada menos en un hermoso portugués) quedé atrapada por una canción más: “El Centro de tu
corazón”. Esta canción ya la conocía, pero sólo la versión en estudio, del disco “Naturaleza Sangre” en donde
Fito comenzaba (con esa voz, que debo agregar es la voz masculina más genial que he escuchado hasta ahora en mi vida) y el coro lo continuaba el maestro Luis Alberto Espinetta. Pero la canción en vivo es distinta. En general las canciones en vivo tienen un toque especial, algo así como mágico, pero esto no era así, era algo más, ya que además de estar siendo interpretada para los miles de admiradores que ese 28 y 29 de noviembre de 2003 llenaron uno de los teatros más importantes de la avenida “Corrientes” en Buenos Aires, Páez la desentrañaba de los instrumentos con otra adaptación, más deslumbrante y más lastimosa (la versión original no llega a tener ésta última característica). Dos particularidades que suelen dejarnos hipnotizados ante una creación artística. Y así es, casi lloro cuando escucho la introducción tan melancólica y a Fito explayando en su canción:
“Que pasó, que pasó, que pasó la vida, extraño carrousel
Me dejó, me dejó, me dejó un sabor amargo bajo piel
Ya sabes, ya sabes, ya sabes me gusta tener el control
Pero igual, pero igual, pero igual yo me quiero morir con vos...”
La letra era acompañada por la cara taciturna brindada para la ocasión del señor Páez, que cantaba desde las entrañas, pero mi asombro fue mayor cuando en vez del flaco Espinetta era el propio Fito quien acopañaba el coro:
"Nunca me voy a olvidar del centro de tu corazón, nunca me voy a olvidar nada..."

Eso me supero emocionalmente. Es que Fito tiene la capacidad de empaparnos de sus aguas de colores, gracias a su voz, sus letras, sus dúos con Joaquín Sabina, Cerati, Calamaro, Charly García, hasta con Caetano Veloso y quizás cuantos más (aún no los descubro todos). Gracias a él nos transformamos en jardineros de nuestros propios dilemas y eso nos crea confusiones que al fin y al cabo si están acompañadas de una magistral canción no es mucha la objección que presentamos ante ellas.
"..Y colorín colorado, este cuento se ha acabado"