24 agosto 2007

Del Eterno Resplandor de un Profesor.-

No existe absolutamente nada que en una helada tarde de radiante sol no salga a flote.

Año 2006.
Entrar a la universidad es un salto en la vida.
Cambia todo. Desde tus hábitos diarios hasta la manera en que piensas, es por eso que el primerísimo primer día de Universidad es realmente importante.
Ingresé a la Universidad de Talca el año 2006, con la implementación de la nueva malla curricular en la que además de los cursos correspondientes a la carrera se debían realizar 11 ramos de formación fundamental (Humanistas) en dos años, tres por semestre. Y justo el primer día partíamos con ellos. Recuerdo haber llegado como pollito, sin conocer a nadie, con la idea de universidades como la de Chile en la que todos están tirados en las áreas verdes, escuchando música, con ropas llamativas, con pelos de colores….Pero en Talca resultó ser más distinta la vida académica, parece más colegio que otra cosa. Bueno, ese no es el punto.
El punto es que recuerdo perfectamente mi entrada tímida al Campus Lircay mientras observaba sin despegar mis ojos a un tipo ya mayor que leía un libro tirado en el pasto (el único) Tenía el pelo larguísimo, un poco canoso, usaba lentes y camisa morada con pantalones al tono y estaba ensimismado leyendo, sin percatarse de nada más que su inclinado libro. Al tiempo después supe que era el ponderadísimo profesor Mariano Muñoz-Hidalgo, a cargo de los ramos de formación fundamental de la sección E. Lástima, yo era la B.
Como mencionaba con anterioridad, 3 ramos de esta índole por semestre y me desligue del tema, a pesar de que todos hablaban de lo maestro que era este profesor, de su marcianos conocimientos, de su hiperactividad neuronal, de su gran-gran-gran inteligencia y su titánica creatividad.
Año 2007.
Con ya cursados 9 de estos ramos comienzo el segundo semestre con los últimos 2 para completar los 11. Sigo fiel a mi sección aunque ahora con una gran sorpresa, mi profesor de “Ética, Valoración y Sociedad- Sección B” no es más ni menos que el famosísimo don Mariano. Al enterarme mi corazón se aceleró taquicardicamente. Es que no era para menos, iba a ser alumna de un tipo de otra estratosfera.
La espera para la anhelada clase no tardo en llegar. Era tanta la ansiedad que soñé varias veces con el señor Muñoz- Hidalgo. En mis días de clases prácticas en las clínicas odontológicas en lo único que pensaba era en este ramo humanista, que jamás mi tonta cabezota imaginó que su docente a cargo sería este admirado señor.
Y llegó el día.
¿Qué decir?. Sir Mariano Muñoz-Hidalgo es un poeta, un actor, un juglar. Parecía que estaba viendo un monólogo de un artista extranjero en un importante teatro nacional. Claro, él para situarnos en el contexto de lo que podría ser un Problema Ético (primera unidad de la asignatura) nos contó la historia de amor más desgarradora que he conocido en mi simple existencia. Con separaciones por exilios, con apasionadas y eternas cartas, fervoroso amor, triste final…Uff!! No quería irme. Quería seguir escuchándolo, observando su gran gestualidad, captando cada palabra de su universal vocabulario, llenando mi mente de sueños…
Me fui con una sonrisa que cruzaba toda mi cara.
Los docentes que por una mala pasada del destino están a cargo de los ramos que realmente en tiempos posteriores utilizaré en mi profesión son personas déspotas, adineradas, que se creen superiores. Fijones de la facha del pobre estudiante que con suerte alcanza a ponerse algo en las mañanas por el poco tiempo que nos dan para todo. Os juro que en estos dos años no me he encontrado con ningún docente de profesión dentista que sea humano. No pues, ellos son de otra casta.
Por suerte en ese mundo lleno de tiranos se puede pensar que habrá una lucecita que durante dos horas del día miércoles llenara el espíritu con verdaderas catarsis que sin duda ayudarán a sobrellevar lo ausente de emociones que están los pasillos con personas de delantal blanco.

08 agosto 2007

El mejor momento es el encuentro.-

El calentamiento global nos tiene en una cuerda floja. Que un día sol, que al otro día tormenta eléctrica, que el viento, que el calor, que los granizos…No me sorprendería que Punta Arenas se transformara en una playa de Surf y Viña del Mar en un hollywodense campo de nieve.
Es por eso que aproveché el inesperado sol brillante en el intenso cielo azul del día de ayer para hacer una excursión. Y no cualquier excursión. Me dispuse a averiguar la morada de mi Papelucho. Como comprenderán resultó ser una verdadera locura, pero que diablos, el mundo en cualquier momento explota….Hay que aprovechar de enloquecer ahora. Ahora que al menos queda oxígeno para hacer respirar nuestro cerebro y que las ideas puedan volar.
A mi Papelucho lo conozco de años. Pero él aún no lo sabe. O sea, no se da cuenta.
La primera vez que lo vi me recomendó un disco, por que trabajaba en una disqueria a la que yo descaradamente entré para ser correctamente atendida nada más ni nada menos que por este príncipe de los ojos enormes. Yo quería un disco de Jamiroquai, pero el presupuesto no me acompañaba, así que él me aconsejó que por un tercio menos podría llevar uno de PapaNegro, que además tenía el plus de ser nacional… Le creí absolutamente todo.
El segundo encuentro fue en el teatro. Había ido como violinista de mi hermana y su pololo. Sentada sola mientras ellos, llenos de amor, se besuqueaban a cada minuto. A mi lado,para postre,se sentó un abuelito que resultó ser víctima de las irónicas risas de mis acompañantes. Ya terminada la obra busco mis cosas, las tomo, me volteo y estaba él, sentado unas cuentas butacas más atrás. Me miró por una fracción de segundo y rápidamente se fue.
El tercer encuentro fue en la micro, en donde descubrí que la aborda dos paraderos más allá del mío. ¡¡¡Es de mi sector, señores!!!. ¿Un regalo del todo poderoso?
En el cuarto encuentro se me desvanecieron las ilusiones. Lo choqué por honesta casualidad con mi caja de materiales odontológicos recibiendo una enojada mirada como respuesta gestual, que dijo más que chorrocientas mil palabras.
La quinta vez fue en el paradero, en donde me enteré de lo que estudiaba.
La sexta, la séptima y la octava vez pasó raudamente ante mi estúpida cara.
En la novena ocasión estaba en el casino almorzando. Por mirarlo choque con un niño y su bandeja. Altercado sin mayores incidentes, con lo que se evitó la obvia humillación que hubiese sufrido.
La décima y última ocasión fue hace dos semanas. Estaba agotada sicológicamente. Los ramos semestrales absorbían mis 24 horas del día, hasta en los sueños se inmiscuían cual Freddy Krueger. Por lo que me dirigía como fantasma al paradero de la universidad cuando justo venía la micro que me servía pero que no alcancé a tomar, así que con la resignación que me caracteriza esperé la próxima que no tardó ni dos minutos en aparecer. La hago parar cuando al instante me doy cuenta de unos familiares y enormes ojos negros acompañados de grandes ojeras que miraban a través de la ventana del transporte que también me trasladaría por esas encantadoras casualidades de la vida. Mi corazón no daba de la felicidad. Subí las escaleras lentito, para extender el tiempo lo más posible. Busqué un lugar estratégico para poder mirarlo, el cual no podía ser ni adelante ni atrás, por lo que opté por el puesto de él transformado en su opuesto de la otra fila. Lo miraba y lo miraba…Pero él se había quedado dormido. Igual estaba yo ahí, fiel a su presencia. Su amigo, que lo custodiaba, en un determinado instante se rió de mí por lo que opté por mirar a la ciudad. Bien fome mirar algo que no quieres mirar, pero pronto volví mis ojos hacia lo que realmente me interesaba en esos momentos. Seguía durmiendo, con su naricita en dirección al piso, su cuello más contorsionado que modelo argentina y su pelo radiante que le caía tiernamente sobre la frente...Llegado su destino el amigo lo despertó. Mi papelucho abrió los ojos, se abrochó las zapatillas, bajó y se encaminó a su domicilio. Domicilio que ayer quise descubrir siendo todo un mero intento fallido. En realidad nunca lo quise encontrar, más bien prefería un sutil décimo primer encuentro, que era lo que verdaderamente necesitaba. Pero me conformé con escuchar a Tonny Bennet…The way you look tonight....

03 agosto 2007

Sonny, Please


El I-Ching. El Compendio de la Sabiduría Calipso.
Rollins es al jazz como Mahoma al Islam.

El único de los gigantes del jazz que aún sigue vivo. Y en movimiento.