Cuando somos niños el mundo nos queda grande. Pero no piensen que es por el diminuto tamaño del cual somos inevitablemente prisioneros, sino por el poco conocimiento que tenemos de las cosas y que es necesario que vayamos adquiriendo a través del tiempo, porque en el génesis de nuestra existencia poco es lo que sabemos, por lo tanto, todo nos asombra.La anécdota más masiva con la que puedo empezar mi relato es la que sin duda le pasó a todo niño de entre 2 y 8 años. ¡Si!, don Viejito Pascuero. Pucha qué linda es la navidad creyendo que va a venir un gran señor (de donde sea que fuere) con muchos regalos y los va a repartir en todo el mundo, con duendecitos de ayudantes, conduciendo un enorme trineo y, guiando a los renos, nuestro reno favorito: Rodolfo (evitaré nombres como Rudolph o Santa Claus)
Llega a tanto la sugestión que hasta juramos de rodillas que lo vimos, de una u otra forma. Yo por ejemplo, doy por sentado que vi sus botas negras entrando a mi casa por la ventana de atrás acercándose al arbolito de pascua. 100% pura imaginación. Y eso lo que me asombra de los niños, la enorme capacidad que tienen de crear nuevos mundos, sin tanto cuestionarse en el que ya están parados. Ellos creen todo lo maravilloso que uno pueda llegar a contarles con el fin de que nos dejen de molestar. Cuando niña comía espinaca y de verdad me sentía más fuerte, mi mamá feliz ya que no hacía ningún atado para comérmela.
Por otro lado me da extrañeza ver como, por ejemplo, en una librería la sección de niños tiene una enorme cantidad de colores pero el resto de las secciones no son más que libros, grandes títulos pero sin el bono extra, que es la alegría con la que los niños están ahí, gracias a lo maravillados que se encuentran ante tanto color junto. Todo lo que está destinado a los niños tiene un toque de felicidad implícita. Por eso me quedo ahí, mientras todos se ríen y los niños me miran con cara de "pobrecita-la- adolescente-que -al- parecer -no -tuvo infancia". Pero si la tuve, y la más maravillosa de todas las infancias, es sólo que…. ¡NO QUIERO CRECER!
Abogo por los niños entonces, pero no por esos que ven todo el día TV o que pasan en el computador…. Defiendo a esos que aún luchan por una infancia real-maravillosa y por que su pequeña burbuja perdure la mayor cantidad de tiempo posible.
Llega a tanto la sugestión que hasta juramos de rodillas que lo vimos, de una u otra forma. Yo por ejemplo, doy por sentado que vi sus botas negras entrando a mi casa por la ventana de atrás acercándose al arbolito de pascua. 100% pura imaginación. Y eso lo que me asombra de los niños, la enorme capacidad que tienen de crear nuevos mundos, sin tanto cuestionarse en el que ya están parados. Ellos creen todo lo maravilloso que uno pueda llegar a contarles con el fin de que nos dejen de molestar. Cuando niña comía espinaca y de verdad me sentía más fuerte, mi mamá feliz ya que no hacía ningún atado para comérmela.
Por otro lado me da extrañeza ver como, por ejemplo, en una librería la sección de niños tiene una enorme cantidad de colores pero el resto de las secciones no son más que libros, grandes títulos pero sin el bono extra, que es la alegría con la que los niños están ahí, gracias a lo maravillados que se encuentran ante tanto color junto. Todo lo que está destinado a los niños tiene un toque de felicidad implícita. Por eso me quedo ahí, mientras todos se ríen y los niños me miran con cara de "pobrecita-la- adolescente-que -al- parecer -no -tuvo infancia". Pero si la tuve, y la más maravillosa de todas las infancias, es sólo que…. ¡NO QUIERO CRECER!
Abogo por los niños entonces, pero no por esos que ven todo el día TV o que pasan en el computador…. Defiendo a esos que aún luchan por una infancia real-maravillosa y por que su pequeña burbuja perdure la mayor cantidad de tiempo posible.