13 abril 2014

El Laberinto del Fauno.-

Hace tiempo que la Olguita, una amiga de tantas estaciones, me venía insistiendo que viéramos una película española muy laureada en los Oscar del 2006; El Laberinto del Fauno. Ponía mucho hincapié en que era simplemente brillante y que cambiaría la forma en que veía las cosas. Como conoce mis gustos y sabe de sobra que si veo una película esta debió previamente pasar por una serie de pruebas de calidad, ayer decidí hacerle caso.

Y bueno, de pronto me sumergí en el mundo de Ofelia, una niña huérfana de padre, que se ve obligada a convivir con un padrastro perverso, que encarna en sí todos los defectos de la condición humana. Su madre embarazada es muy débil para luchar contra estas circunstancias y contra el mundo donde, según ella, no existe la magia. Pero en el momento preciso en que la existencia de Ofelia se torna más insufrible se le presenta un gran motivo por el cual vale la pena luchar, si de ello depende el poder abstraerse  del terrible contexto que la envuelve.

Muchas películas no he visto, pero sí he leído muchos libros y puedo decir con convicción que nunca se me había presentado una historia elaborada con tanta perfección y con una trama tan inédita, tan emotiva, donde la fantasía penetra en la deplorable realidad con simetría y delicadeza, donde es posible concluir lo espantoso de la humanidad y lo esperanzador que resulta ese mundo de quimera. Ese mundo por  el que Ofelia lucha y en el que se resguarda de la gente, de la guerra, transformando la fantasía en su única salvación.

La vi con el corazón compungido en todo momento. Con suspenso y emoción a la vez. Dejé a merced de esta gran historia mis entrañas y logró sobrecogerme entera. Pero valió la pena.