14 enero 2014

Isla Negra.-

Dicen que viajando se fortalece el corazón…(Sólo se trata de vivir- Litto Nebbia)

Por dos décadas quise que llegara este momento. Hasta que por fin llegó. No sé si fue que yo lo evité y no hice mucho por arribar a aquel lugar real-maravilloso, pero el destino (apresurado, paulatino y tardío a veces) quiso que este 2014 partiera con el corazón rebosado de contradictorias emociones.
Conocí la casa-museo de Pablo Neruda en Isla Negra y la experiencia me queda grande. Lo que sentí es casi inenarrable, desde que pisé la entrada y leí una inscripción tallada a mano en una viga: Regresé de mis viajes. Navegué construyendo la alegría, mientras simultáneamente el audioguía nos relataba una reflexión del propio Neruda:

"En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir.

Son mis propios juguetes. Los he juntado a través de toda mi vida con el científico propósito de entretenerme solo.

El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió, para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.
He edificado mi casa también como un juguete y juego en ella de la mañana a la noche. "



Prohibido tomar fotografías en el interior. Imagínense la labor tremenda de relatar lo que sentí con las maravillas que tenía en frente sin poder mostrar su magnificencia. Nadie me obliga, lo sé, pero estoy ahogada en un mar de sentimientos, porque en esa casa deambulaba el espíritu de Neruda, se percibía hasta al respirar.


Un refugio construido a pulso, como una poesía enigmática y envolvente. Donde nada está dispuesto al azar y todo cuenta una milagrosa y cautivante historia. Caminar entre sus colecciones es estar en un sueño ambivalente, donde no sabemos si reír o llorar, si escapar o dejarnos hechizar por las supersticiones de Neruda. Fui valiente y me dejé hechizar mientras subía a su dormitorio, lugar en el que consumó incontables amores que bien merecidos se los tenía porque la arquitectura y ambientación no escatima en ingenio y romanticismo. Era tan fatal entre las mujeres, que cuenta la leyenda, que en una ocasión la sobrina de Matilde Urrutia fue a hospedar a su casa en Isla Negra. No pasó mucho tiempo en que Neruda la hiciera suya estando en la casa también Matilde. Quizás en una forma constante de disculparse, la casa cuenta con innumerables homenajes a su “Chascona”, como le decía a Matilde, la amante eterna del Capitán, quien yace junto a él frente al mar que atestiguó tanto amor y pasión.


“Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.”

Lo que se vive en aquel lugar es algo definitivamente inefable, sin descripciones lógicas ni frases que le hagan pleno juicio. Es una experiencia que se debe vivir para después tratar torpemente de contarles a los demás lo indescriptible de lo vivido. Una gran paradoja.

01 enero 2014

Nuevo año, nuevos aires.-

El año nuevo comenzó. Con todas sus historias y anécdotas inciertas, a la espera ansiosa de ser develadas. 

Mi 2013 tuvo tantos microcuentos que podrían conformar un pequeño libro. Me pasaron cosas en todos los ámbitos; salud, trabajo, estudios, amistad, familia, amor y no todas fueron buenas, ciertamente, pero sobreviví y aquí estoy, casi concluyendo el primer día de este 2014, dudoso y titubeante que aún no se afirma bien para empezar a andar.

Cuántas tramas más se tejerán?, cuántos dramas más se desarrollarán?, cuántas personas nuevas conoceremos? Cuántos interlocutores deseosos de escucharnos nos encontraremos por ahí?

Sea como sea, al menos tengo vida y un pequeño rinconcito para ahogar mis penas y contar mis alegrías.

FELIZ AÑO NUEVO!