17 mayo 2007

Hora del Intermezzo (Dibuje, Maestro)

Todo parte por la necesidad irrefrenable de encontrar por donde fuese la felicidad perdida en los arduosos años de trabajo y siguiendo el ajetreado ritmo que se me impuso en el camino”

Frase con que comenzaba la edición eternamente dominguera de Tierra Adentro. La elocución inicial es propiedad de Don Nacho, ante una de las exactas interrogantes del señor Landon, en donde se refería a los comienzos de su divino arte…
Este señor no supera los 60 años de edad. Usa lentes gigantes, de gran aumento, con un marco desgastado al igual que su chaleco, sus pantalones y zapatos. Si tuviéramos la oportunidad de presenciarlo, sin poseer ni la más remota noción de él, muy factiblemente creeríamos que es un pobre tipo y más agudizaríamos nuestro prejuicio al verlo en los basurales reuniendo los hallazgos del día, es decir pequeñas cosas consideradas en su mente como futuros grandes tesoros que para otros sólo fueron cosas que ya cumplieron su ciclo…para don Nacho, el ciclo es la vida.
Luego de salir con su carrito a recorrer callecitas antañas de la ciudad, revisando los rincones, los recovecos, las escorias de un país que no quiere lo antiguo, llega la instancia de comenzar a trabajar en su pasión, por que él es un artista y hace de su arte el trabajo diario que desencadena la vía de la plenitud en su máxima expresión.
¿Y qué tanto hace don Nacho?
Don Nacho revive lo olvidado. Reproduce con gran fidelidad fachadas de arquitectura pretérita, restaura objetos, pule los cerámicos rotos y crea mosaicos, lija los pequeños trozos de madera recogidos con los que establece diversas figuras que plasma en el interior de su “Templo”, una especie de domo construido por él y un par de sus discípulos que tardaron años en finalizar, con ventanas multicolores, diagramas y figuras dando vueltas por ahí.
Los trabajos referidos a los frontis de lugares de tiempos remotos son de una prolijidad digna de comparar con grandes exponentes internacionales. Los ladrillos de sus obras son hechos por él, así mismo las manillas de las puertas, los pestillos de las ventanas, las vigas de madera…. Todo es de su autoría y fabricado, lo más asombroso de todo, a escala.
Sus reproducciones van desde una simple casa de barrio añejo a una gran Iglesia abandonada por los feligreses que en presencia de otra, probablemente más nueva, la dejaron en el pasado, adquiriendo el sentido que a este hombre verdaderamente le importa.
Llegada la tarde se prepara su propio pan, moliendo con una piedra gigante el trigo, pensando sin detener el paso en qué hará con lo encontrado en la mañana de ese día, desencadenando la opresión de mi corazón clandestino al percibir en vivo la magnitud de un don tan exponencialmente elaborado.
Mientras el mundo se esfuma, don Nacho no quiere salir de su "Templo". Es su refugio, su placard, su cuarto de salida, en donde nada es real…en donde nada estorba.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me demoré...Pero aquí estoy.
Tienes mucho de don Nacho. partiendo por el hecho de que sólo tu podrías haber escrito algo sobre él... A nadie le quita tiempo el dejarse encantar por cosas más allá de su perimetro.
Un placer volver a leer sus palabras.

Anónimo dijo...

me encanta blog...siempre lo visito ...es tan lindo...

Anónimo dijo...

grande don nacho!!!

por hombres como usted es que el mundo deja de agonizar...

Anónimo dijo...

genial articulo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
de donde sacas tantas historias.....................