03 marzo 2010


Escribo en medio de fuertes réplicas, pero con una calma sólo responsable del tiempo, la luz y el agua (aunque aún no canto victoria) Ya han pasado varios días después de esa madrugada del veintisiete de febrero que aún me impregna y que al recordar puedo revivir esa sensación de solución de continuidad o de conclusión final que experimenté por primera vez en mi vida.
Nunca tuve, tengo ni tendré pasta de héroe por lo que el miedo ha paralizado muchas de mis acciones. De lo poco que puedo evocar de esa terrorífica madrugada, hay un hombre que pasados diez minutos del terremoto pasó por las calles, andando en bicicleta, linterna en mano gritando: ¿Todos estás bien? ¡Soy médico! En plena oscuridad y con peligro de que el movimiento telúrico aún no quisiera despedirse, un hombre venció sus aprensiones y salió a hacer algo por la ciudad. Se me cayeron varias lágrimas. Pensé en mi familia, en mis amigos, en cómo los abrazaría cuando los viera. Sabía que lo peor no sería el remezón de casi nueve grados en la escala de Richter, si no sus consecuencias.
Al amanecer mi augurio tomaría fuerza. Presencié a mi Talca (del cual caprichosamente años atrás me quejaba casi por hobbie) prácticamente en el suelo y sentí que de mis pies se desprendían raíces y supe, como señal divina, que es aquí donde debo estar. Me arrepentí de todas esas veces que me enojé con esta ciudad por su calor endemoniado, por su pasividad cultural, por su distribución segmentaria, por prácticamente todo lo que se me cruzaba por la cabeza, cuando ahora lo único que quiero es que renazca de nuevo, con sus calles, pintorescos lugares, costumbres y rutinas.
Hoy por hoy, me siento más de esta tierra que nunca.

“(…) Las cualidades del pueblo chileno son capaces, sin embargo, de resplandecer por encima de todas las dudas. El valor con el que combatieron la dictadura sólo es comparable al virtuosismo con el que la liquidaron. Su capacidad para conciliar razas, ideas y credos es un ejemplo y una garantía de su propio progreso. Saldrán fortalecidos de este desastre. Lo superarán con sus armas de siempre: su tenacidad y su modestia. Aunque los éxitos de los últimos años les han dado a los chilenos una mayor confianza en sí mismos, no les gusta presumir de sus propias virtudes y paganizan su orgullo nacional con el incomparable grito de ¡Viva Chile, mierda (…)!” (Antonio Caño, 3 de Marzo 2010, Diario El País, Barcelona)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fuerza Talca!!!!

Anónimo dijo...

FELIZ CUMPLEAÑOS SARIGUElla¡¡¡¡

Claudio E. Moreno Rodríguez dijo...

Qué lindo homenaje a Talca, reflexivo y emotivo.
Tengo la oportunidad de viajar bien seguido a la región del Maule y mi corazón está partido, pero con esas manos que son de la tierra y la greda estoy seguro que nuevamente se construirá.
Tengo muy buenos amigos en Talca, profesores de la UTAL que están en la calle sufriendo y levantándose.
Mi maestro el Profesor Dr. Mariano Muñoz-Hidalgo me llevó a conocer esa hermosa ciudad.
Ánimo que esto recién comienza.
Claudio. Nos vemos en la UTAL.