02 marzo 2014

Ucrania.-



Que no esté pasando en Chile, no significa que no está pasando.

En el mundo se están originando peligrosas crisis económicas, políticas y sociales. Mucho no sabemos, los medios de comunicación nos anestesian con los festivales de moda, y entre tanta ignorancia sobrevivimos en medio de la somnolencia. No sé de todas formas si tener conciencia ayuda en algo y es eso lo que me frustra, que nuestro poder individual se diluye entre una masa aletargada.

¿Qué tiene que ver Ucrania o Venezuela con Chile?, se preguntan muchos, ¿Qué nos interesan los conflictos que se viven en esos países si no nos repercuten? Si nosotros tenemos una relativa estabilidad económica, un grado de corrupción moderada, una pitutocracia escandolosa (pero que disfrazamos de sobria), ¿en qué nos compete Ucrania o Venezuela?

Y a lo mejor la respuesta es cliché, pero es la respuesta; Nos compete como humanidad. Es grave la represión y sobre todo la privación de libertad, venga del gobierno que venga. Yo creo que hasta Salvador Allende, si viviese aún, se sentiría totalmente defraudado de la revolución bolivariana.

Son impresionantes los testimonios de la gente, gente que como tú y yo trabajan, estudian, pero se ven inmiscuidos en problemáticas originadas en las cúpulas más altas del poder, aunque van decantando y terminan por realmente atribularnos a nosotros, los ciudadanos de a pie, que no tenemos grandes pretensiones y que esencialmente no somos el origen de los problemas.

Siendo quizás muy poco empática, logro impregnarme del dolor y desesperación de mis vecinos venezolanos y de los lejanos ucranianos, sobre todo de los jóvenes. Apoyo y admiro a esos que con valentía contienden por su libertad. No será fácil, la corrupción y el poderío de los gobiernos ya no tiene límites, será dura la ofensiva, pero mientras tengamos vida ¡Luchemos!

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