Mientras leía en el diario la noticia del anuncio de cierre
de la sucursal de Providencia de la librería
Qué Leo, por la no renovación de contrato de arriendo por parte del propietario
del lugar (quien prefirió arrendarle a una cadena de farmacias) pensaba en la
situación cultural que vivimos los chilenos.
No son pocos los que critican la falta de espacios y eventos
culturales, que alegan del costo monetario que exige comprar un libro, un C’D o
ir al teatro, pero yo pensaba, si los precios de dichos ítemes se redujeran ¿consumiríamos
más cultura?, ¿se generaría realmente una proporción inversa de menos costo/
más consumo? La lógica, esa ciencia de inferencia de repente tan errática, nos
diría que sí ¿pero sería así realmente?
Yo pienso que no. Quizás tendríamos un acceso más democrático,
pero teniendo otro tipo de necesidades, una necesidad básica, vamos a querer
satisfacer esta última primeramente y una vez cubiertas (o “cubridas”, como
diría nuestro singular presidente) todas estas, recién podríamos empezar a
preocuparnos de lo cultural. Pero ¿y si no nos alcanza ni siquiera para satisfacer
nuestras demandas vitales? Si estamos
endeudados pagando créditos universitarios, pagando el tratamiento de un
familiar con cáncer, sobreviviendo la vida con sueldos miserables, créanme que aunque un
libro cueste $5.000, vamos a preferir destinarlos para pagar el colectivo de
unos días. La cultura no será demandante mientras no tengamos satisfacción en
salud, educación y trabajo.
Aunque existen personas que en ninguna situación, favorable o
desfavorable, se interesarían por la cultura, ya que están en un estado de
meseta permanente, en donde aceptan lo que se les dice y aceptan el
comportamiento de una sociedad neoliberal preocupada solamente por gastar. Y
por gastar en lo que sea, menos en libros, por ejemplo. Una sociedad que dice
querer más cultura en la televisión, pero cuando se la ofrecen cambia el canal
para ver algo más soft. Porque la cultura exige reflexión, echar a andar
nuestra máquina cerebral, pero llegan tan cansados de la pega que lo que menos
quieren es gastar más energía, menos en pensar y se quedan idiotizados viendo
teleseries nocturnas o la película de acción más cool.
Pero me sigo aferrando a todas esas personas que veía
agolparse en los festivales de jazz gratis al aire libre, en las extensiones
del Santiago a Mil, gratuitas también o a ese jardín de personas que echaron a
andar su imaginación viendo a la Pequeña Gigante caminar por Santiago sin
tarifas determinadas. Por lo que tengan por seguro que cuando confluyan por un lado la
democracia en el acceso y por el otro el percibirnos como individuos conformadores
de una sociedad justa y satisfactoria, seremos parte activa de todas las vías
de la ilustración.
1 comentario:
¿como sabes lo que necesitas?
entender que tu humanidad carece de algún elemento fue, otrora, cosa de instinto, pero hoy es algo mas complejo... viviendo en ciudades, en este mundo económicamente marcado por el neo liberalismo y la sociedad de consumo, donde nos venden cosas que no son necesarias pero que socialmente te dan el estatus necesario, donde la cultura como dices es un bien de consumo segregado, como bien dices el pueblo llano no consumirá cultura aunque el acceso a ella sea más democrático, pero no por considerarlo innecesaria, si no por que no le han enseñado que es una necesidad innata a la condición humana, por que en nuestro país es mas importante mantener es estatus quo de la sociedad, minimizando al máximo las ideas que surjan desde el pueblo manteniendolo dócil como las ovejas, sin que se salgan del corral... en fin enseñar que la cultura también es un bien de consumo es una de las labores mas hermosas y dificiles de estos tiempos, ser docentes, enseñar a las ovejas a ser leones...
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