07 junio 2013

Y ahora Qué Leo?

Mientras leía en el diario la noticia del anuncio de cierre de la sucursal de Providencia  de la librería Qué Leo, por la no renovación de contrato de arriendo por parte del propietario del lugar (quien prefirió arrendarle a una cadena de farmacias) pensaba en la situación cultural que vivimos los chilenos.

No son pocos los que critican la falta de espacios y eventos culturales, que alegan del costo monetario que exige comprar un libro, un C’D o ir al teatro, pero yo pensaba, si los precios de dichos ítemes se redujeran ¿consumiríamos más cultura?, ¿se generaría realmente una proporción inversa de menos costo/ más consumo? La lógica, esa ciencia de inferencia de repente tan errática, nos diría que sí ¿pero sería así realmente?

Yo pienso que no. Quizás tendríamos un acceso más democrático, pero teniendo otro tipo de necesidades, una necesidad básica, vamos a querer satisfacer esta última primeramente y una vez cubiertas (o “cubridas”, como diría nuestro singular presidente) todas estas, recién podríamos empezar a preocuparnos de lo cultural. Pero ¿y si no nos alcanza ni siquiera para satisfacer nuestras demandas vitales?  Si estamos endeudados pagando créditos universitarios, pagando el tratamiento de un familiar con cáncer, sobreviviendo la vida con  sueldos miserables, créanme que aunque un libro cueste $5.000, vamos a preferir destinarlos para pagar el colectivo de unos días. La cultura no será demandante mientras no tengamos satisfacción en salud, educación y trabajo.

Aunque existen personas que en ninguna situación, favorable o desfavorable, se interesarían por la cultura, ya que están en un estado de meseta permanente, en donde aceptan lo que se les dice y aceptan el comportamiento de una sociedad neoliberal preocupada solamente por gastar. Y por gastar en lo que sea, menos en libros, por ejemplo. Una sociedad que dice querer más cultura en la televisión, pero cuando se la ofrecen cambia el canal para ver algo más soft. Porque la cultura exige reflexión, echar a andar nuestra máquina cerebral, pero llegan tan cansados de la pega que lo que menos quieren es gastar más energía, menos en pensar y se quedan idiotizados viendo teleseries nocturnas o la película de acción más cool.

Pero me sigo aferrando a todas esas personas que veía agolparse en los festivales de jazz gratis al aire libre, en las extensiones del Santiago a Mil, gratuitas también o a ese jardín de personas que echaron a andar su imaginación viendo a la Pequeña Gigante caminar por Santiago sin tarifas determinadas. Por lo que tengan por seguro que cuando confluyan por un lado la democracia en el acceso y por el otro el percibirnos como individuos conformadores de una sociedad justa y satisfactoria, seremos parte activa de todas las vías de la ilustración.


1 comentario:

Unknown dijo...

¿como sabes lo que necesitas?
entender que tu humanidad carece de algún elemento fue, otrora, cosa de instinto, pero hoy es algo mas complejo... viviendo en ciudades, en este mundo económicamente marcado por el neo liberalismo y la sociedad de consumo, donde nos venden cosas que no son necesarias pero que socialmente te dan el estatus necesario, donde la cultura como dices es un bien de consumo segregado, como bien dices el pueblo llano no consumirá cultura aunque el acceso a ella sea más democrático, pero no por considerarlo innecesaria, si no por que no le han enseñado que es una necesidad innata a la condición humana, por que en nuestro país es mas importante mantener es estatus quo de la sociedad, minimizando al máximo las ideas que surjan desde el pueblo manteniendolo dócil como las ovejas, sin que se salgan del corral... en fin enseñar que la cultura también es un bien de consumo es una de las labores mas hermosas y dificiles de estos tiempos, ser docentes, enseñar a las ovejas a ser leones...