
Y bueno, de pronto me sumergí en el mundo de Ofelia, una
niña huérfana de padre, que se ve obligada a convivir con un padrastro
perverso, que encarna en sí todos los defectos de la condición humana. Su madre
embarazada es muy débil para luchar contra estas circunstancias y contra el
mundo donde, según ella, no existe la magia. Pero en el momento preciso en que
la existencia de Ofelia se torna más insufrible se le presenta un gran motivo
por el cual vale la pena luchar, si de ello depende el poder abstraerse del terrible contexto que la envuelve.
Muchas películas no he visto, pero sí he leído muchos libros
y puedo decir con convicción que nunca se me había presentado una historia
elaborada con tanta perfección y con una trama tan inédita, tan emotiva, donde
la fantasía penetra en la deplorable realidad con simetría y delicadeza, donde
es posible concluir lo espantoso de la humanidad y lo esperanzador que resulta
ese mundo de quimera. Ese mundo por el
que Ofelia lucha y en el que se resguarda de la gente, de la guerra, transformando
la fantasía en su única salvación.
La vi con el corazón compungido en todo momento. Con
suspenso y emoción a la vez. Dejé a merced de esta gran historia mis entrañas y
logró sobrecogerme entera. Pero valió la pena.