
De mi padre saqué lo mañosa, lo ruidosa y el movimiento constante.
De ti, madre, mujer de cabellera alocada, saqué tu nariz, tus lunares y tus manos. De esa sabiduría que destilas no tengo una sola gota, con lo que me hace falta ver las cosas como tú lo haces.
Cuando te enojas conmigo siempre me dices que soy un deja vú de tu marido y la verdad es que es verdad, jamás te llegaría ni siquiera a los talones.
El óleo, la comida y el aseo. La casa siempre helada por esa manía tuya de abrir todas las ventanas para hacer cambios constantes de aire, tal como lo hacía la madre de Josep Pla. Casera hasta los huesos, ermitaña extrema. Tú y tus pinturas, tú y tus antigüedades, tú y tus músicas…
De esta pequeña familia eres la matriarca.
Todo lo noble que tu descendencia puede hacer en algún momento de la vida es por que algo de ti, María Isabel, llevamos dentro.
No sé por qué escribo esto… Quizás porque escucho a lo lejos a un tipo que toca el piano, acordándome del presagio que hiciste en año nuevo: "uno de mis nietos será un artista por donde se le mire." Y es el único presagio que creo ciegamente. Seguramente habrá un bailarín, un saxosofonista, un escritor, o un pianista, que dedicará una de sus creaciones a esa gran mujer que sentó las bases espirituales, ideológicas y artísticas de toda la generación Silva- San Martín.
De ti, madre, mujer de cabellera alocada, saqué tu nariz, tus lunares y tus manos. De esa sabiduría que destilas no tengo una sola gota, con lo que me hace falta ver las cosas como tú lo haces.
Cuando te enojas conmigo siempre me dices que soy un deja vú de tu marido y la verdad es que es verdad, jamás te llegaría ni siquiera a los talones.
El óleo, la comida y el aseo. La casa siempre helada por esa manía tuya de abrir todas las ventanas para hacer cambios constantes de aire, tal como lo hacía la madre de Josep Pla. Casera hasta los huesos, ermitaña extrema. Tú y tus pinturas, tú y tus antigüedades, tú y tus músicas…
De esta pequeña familia eres la matriarca.
Todo lo noble que tu descendencia puede hacer en algún momento de la vida es por que algo de ti, María Isabel, llevamos dentro.
No sé por qué escribo esto… Quizás porque escucho a lo lejos a un tipo que toca el piano, acordándome del presagio que hiciste en año nuevo: "uno de mis nietos será un artista por donde se le mire." Y es el único presagio que creo ciegamente. Seguramente habrá un bailarín, un saxosofonista, un escritor, o un pianista, que dedicará una de sus creaciones a esa gran mujer que sentó las bases espirituales, ideológicas y artísticas de toda la generación Silva- San Martín.